Por qué el mundo aún necesita princesas, según la guionista Disney que las imagina
Puede que no reconozcas su nombre, pero te aseguro que Linda Woolverton (68) ha tenido, al menos, un par de apariciones en tu vida. «El Rey León», «Mulan», «Aladín», la moderna «Alicia en el País de las Maravillas» y «Maléfica» son solo algunos de los títulos que adornan su carrera, convirtiéndola en la única mujer acreditada como guionista principal en una película multimillonaria.
En 1991, Woolverton escribió la ahora icónica «La Bella y la Bestia», obra que había atormentado a la corporación Disney por décadas. Cuenta la leyenda que el propio Walt Disney había impulsado desde el la década del 40 la producción de esta historia, pero ni un ejército de escritores habían podido descubrir la fórmula perfecta para el relato de la hermosa doncella que se enamora de una criatura – hasta que Linda Woolverton apareció. Al año siguiente, en 1992, «La Bella y la Bestia» se convirtió en la primera cinta animada en ser nominada al Óscar por Mejor Película, consagrando a su guionista como una pieza indispensable del éxito Disney.
¿PRINCESAS FEMINISTAS?
Woolverton ha hablado en múltiples ocasiones sobre los obstáculos que ha debido enfrentar en su carrera en Disney (durante las correcciones del guion de «La Bella…», escenas de Woolverton donde la princesa era vista leyendo o escribiendo eran reescritas para mostrarla cocinando y decorando pasteles) y de la importancia de tener mujeres a cargo de estas historias.
Pareciera haber una contradicción. ¿Por qué una escritora feminista querría contar historias de princesas? Numerosos estudios sociales demuestran la influencia de Disney en estereotipos de género, trastornos de imagen corporal, problemas de autoestima y conductas sociales en niñas pequeñas. Cuando el 2016 la investigadora social Dr. Sarah M. Coyne publicó su trabajo acerca de las amenazas de las princesas para la niñez, especialmente la femenina, recibió una respuesta sorprendentemente hostil – criticaron su profesión, sus motivos e incluso su desempeño como madre.
La guionista Disney lo entiende, pero dice que es urgente avanzar: «Ahora que las mujeres hemos progresado y nos hemos dado cuenta de que podemos hacer las cosas, pues, hagamos las cosas. No repitamos el pasado, no solo reemplacemos al protagonista masculino por una mujer y listo. Es genial, pero nos vamos a aburrir rápidamente si no añadimos algo más, si no contamos nuestra propia verdad«.
POR QUÉ EL MUNDO NECESITA PRINCESAS
Woolverton cree en las princesas como una oportunidad de reflejar la realidad femenina, de ofrecerles a las niñas ejemplos de todas las cosas que pueden lograr siendo sí mismas. De la misma forma, la Dr. Coyne volvió a reflexionar recientemente sobre su primer estudio, y terminó reconciliándose con las doncellas Disney, por tres simples razones:
1. LAS PRINCESAS NOS RECUERDAN NUESTRO VALOR: En la cinta «La Princesita» (1995), la protagonista superaba numerosas tragedias al repetirse a sí misma: «Soy una princesa. Todas las chicas lo son… Incluso si no son lindas, ni inteligentes, ni jóvenes. Aún así son princesas». Tanto en la niñez como en la adultez, todo el mundo se beneficia de la creencia de que todos importamos, sin importar en qué circunstancias nos encontremos ni cuál sea nuestra apariencia.
2. LAS PRINCESAS FOMENTAN LA IMAGINACIÓN Y EL JUEGO: Disfrazarse, actuar y jugar con muñecas temáticas; desarrollar la capacidad de juego sociodramática es vital para los niños y niñas, ya que promueve relaciones más positivas con sus pares y genera una mayor inteligencia emocional. Ciertas investigaciones sugieren también que «jugar a las princesas», específicamente, permite un mayor enriquecimiento de las experiencias de la niñez y una mejor conexión con los demás.
3. LAS PRINCESAS INSPIRAN POTENCIAL: En el mundo adulto, la palabra «princesa» es usada como un insulto, alguien obsesionado por su apariencia o elitista. Pero en la imaginación de los niños y niñas, la palabra «princesa» les permite pensar en lo que pueden ser. Quizás no salven al mundo, pero defenderán sus ideas. Quizás no tendrán nunca el cuerpo perfecto, pero podrán desarrollar la confianza suficiente para ir más allá de la apariencia.
En un comercial de Disney, los adjetivos usados para describir a una princesa fueron valiente, leal, confiable, amable y generosa, además de concluir con el siguiente mantra:
«Soy una princesa. Creo que la compasión me hace fuerte, la amabilidad es poder, y la familia es el vínculo más estrecho de todos».
«He escuchado que soy hermosa. Sé que soy fuerte».
«Soy una princesa. Que mi reinado dure por siempre».
Probablemente ninguna persona adulta siga creyendo aún en las princesas, ni teniéndolas como referentes e ídolas en la actualidad (sería bastante extraño que alguien de más de 10 años nombrara a Rapunzel o a Cenicienta como su modelo a seguir). Pero nunca está de más recordar a aquellas figuras que nos inspiraban y guiaban cuando éramos niños, cuando recién comenzábamos a descifrar el mundo, y con él, a nosotros mismos.
Las princesas de Disney inculcaron valores y transmitieron importantes lecciones de vida a varias generaciones, trascendiendo más allá de la fantasía y la pantalla. Es innegable el impacto que tuvieron en la formación y el desarrollo de miles de infancias – ese impacto no tiene por qué quedarse ahí. Gracias a personas como Linda Woolverton, el mensaje fundamental de las princesas se ha modernizado y sin perder relevancia: la compasión es una fortaleza, la amabilidad es poder…
Por Equipo Espacio Mutuo
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