El poder de la soledad: lo que hacemos mejor sin otras personas
Lo escuchamos todo el tiempo: los humanos somos seres sociables. Necesitamos tiempo en conjunto para sentirnos felices y funcionales, y extraemos múltiples beneficios de nuestras relaciones íntimas y asociaciones laborales. Se nos ha enseñado a temerle a la soledad, considerándola siempre como un síntoma de rareza, aburrimiento, excentricidad y depresión.
Todas estas nociones del comportamiento humano se han puesto a prueba en la actual pandemia del coronavirus. El distanciamiento social ya no es una simple preferencia, sino que ha devenido en una medida que hay que acatar por razones sanitarias, y que para algunos puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Para quienes viven solos, el aislamiento es aún mayor, y la cuarentena puede representar un verdadero desafío.
Afortunadamente, mientras algunos científicos se dedican a encontrar la vacuna para el COVID-19, otros llevan años dedicados a investigar la riqueza de la soledad, y las sorprendentes ventajas que ofrece a las personas. Sorpresa: pasar tiempo solos nos permite experimentar la vida por nuestra propia cuenta y, entre otras cosas, transformarnos en una mejor compañía para los demás. Esta crisis sanitaria es más bien una oportunidad – descubre los secretos de la soledad en lugar de huir de ella.
NI EL ESPACIO NI LA ANTÁRTICA – SOLEDAD EN EL DÍA A DÍA
Si nunca habías escuchado que la soledad tenía un lado positivo, no es tu culpa. Para ser honestos, por muchos años, ni siquiera la ciencia se había preocupado de investigar a fondo su naturaleza. “Estaban todos estos estudios acerca del confinamiento en solitario de las cárceles, los astronautas en el espacio y los habitantes de la Antártica, pero nosotros sólo queríamos decir: ‘miren, ¡estar solo no tiene por qué ser algo malo!’”, ríe Christopher Long, profesor de la Universidad Baptista de Ouachita, en EE.UU.
Long experimentó de primera mano el vacío de conocimiento que existía en la psicología moderna acerca de la soledad. Y es que era vista un problema, y no una solución. En 1999, recién graduado de la Universidad de Massachusetts, Long inició un proyecto que buscaba definir la soledad de manera precisa, e identificar las formas en que podía ser experimentada constructivamente.
Lo más curioso de la investigación fue su financiamiento: el Departamento de Bosques de Estados Unidos aportó gran parte del dinero, muy preocupado de definir de una vez por todas qué es la soledad y cómo podía usar el concepto para promover sus reservas y servicios. El 2003, Long y sus asociados concluyeron que las personas se sienten bien estando solas, mucho más de lo que se sienten mal, y que el enfoque convencional de la psicología era estrecho y errado: estar solo es mucho más que simplemente “soledad”, y no tiene por qué ser negativo.
SIN DISTRACCIONES
Por suerte, ya son varios los científicos que se han sumado a la investigación de la soledad, descubriendo nuevas maneras en las que se manifiesta.
El profesor de Harvard, David Gilbert, famoso por sus estudios en psicología positiva, supervisó un reciente estudio que sugiere que los recuerdos son más poderosos y efectivos cuando las personas creen que los están experimentando solas. Si bien sus conclusiones son preliminares, tanto Gilbert como Bethany Burum, líder de la investigación, se inclinan ante la siguiente hipótesis: compartir una experiencia con alguien más resulta inevitablemente una distracción, pues nos obliga a gastar energía en imaginar lo que está pensando la otra persona y cómo está reaccionando ante eso. “Es una acción automática, un multitasking. No podemos evitar pensar acerca de los pensamientos de las demás personas”, señaló Burum en una entrevista.
Si has ido al cine solo, sabes a lo que se refiere. Esto explicaría por qué ver una película por tu cuenta es radicalmente distinto a verla con amigos – te sientas, sin nadie alrededor, y pones toda tu atención en la pantalla, sin preocuparte acerca de lo que opinarán tus acompañantes o cómo será la discusión una vez que finalice la cinta.
¿ESTAR SOLO TE HACE UN MEJOR COMPAÑERO?
Aquí hay algo que los adultos pueden aprender de los sensibles e incomprendidos adolescentes. ¿Te has preguntado por qué a esa edad lo único que buscan es estar solos en sus piezas, con las puertas cerradas, sin que nadie los moleste?
Reed Larson, profesor de desarrollo humano en la Universidad de Illinois, explica que la soledad que estos chicos y chicas buscan es esencial para la formación de sus personalidades individuales y, por lo tanto, resulta muy beneficiosa. “Pasar tiempo a solas les permite cierto grado de introspección y libertad que fortalece su sentido de identidad”, explica Larson, quien llegó a esa conclusión tras trabajar con adolescentes en un experimento durante la década de los 90.
La actividad consistía en que, cada cierto tiempo, estos adolescentes debían responder unas cuantas preguntas acerca de con quién estaban en ese momento, qué estaban haciendo y cómo se sentían. Los resultados mostraron algo curioso: si bien no se sentían particularmente felices mientras estaban solos, sí se terminaban sintiendo mejor que antes. A su vez, descubrió que los niños que pasaban entre un 25% y un 45% de su tiempo libre solos, tendían a tener más emociones positivas en el transcurso de una semana que sus compañeros más activos socialmente, tenían más éxito en la escuela y tenían menos probabilidades de reportar depresión. De esta forma, la soledad estaría ayudando a las personas a ser más genuinas y estables, lo cual no sólo atrae a los demás, sino que también genera conexiones más profundas con el resto.
VALORAR EL CONTACTO
La soledad, al permitirnos descubrir quiénes somos, nos ayuda también a generar las conexiones que queremos – dado que podemos estar solos sin ningún problema, socializamos por gusto y no por necesidad.
Pero la soledad va más allá. Largos periodos de aislamiento, como el que se vive actualmente en la pandemia, nos permiten valorar aún más las relaciones que tenemos y las personas que nos rodean en nuestro día a día.
Por más herramientas y modernización que tengamos a nuestra disposición, “el confinamiento nos hace conscientes de la necesitad del contacto físico directo porque, si lo perdemos, perdemos la humanidad», señala el catedrático José M. Pérez Tornero. Para él, la tecnología “aparta partes del contexto y selecciona otras”: no hay conversaciones superpuestas ni paralelas en las videollamadas, se pierden detalles como el aroma, y son mucho más absorbentes porque nunca hay momentos de silencio.
Si bien los tiempos son difíciles, siempre hay un aspecto positivo con el cual quedarse – al menos hasta que todo esto pase. Mientras tanto, contempla la posibilidad de enfocarte más en ti y animarte a pensar de manera más creativa. Lo mejor que podría pasar es que aprendas a disfrutar más de tu propia compañía.
Si quieres leer más de nuestro especial Soledad en tiempos de aislamiento…
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Por Equipo Espacio Mutuo
Mutual de Seguridad