¿Quieres evitar contagios en el lugar de trabajo? La respuesta es la Cultura de Conexión
A medida que los casos de COVID-19 disminuyen en el país, varios lugares de trabajo comienzan a prepararse para abrir sus puertas nuevamente y retomar sus actividades presenciales. Si bien casi medio año de teletrabajo tiene a muchas personas soñando con volver a la oficina, el virus continúa siendo un peligro que hay que contener.
¿Cómo se protege del coronavirus a las personas en sus lugares de trabajo? Las recomendaciones oficiales abundan: chequeos constantes de temperatura y síntomas; prohibir los abrazos y los apretones de manos; incentivar a quienes muestren síntomas o tengan familiares enfermos a quedarse en casa; practicar la distancia física entre escritorios y en las áreas comunes; y, por supuesto, usar mascarilla en todo momento.
La lista de recomendaciones, instrucciones y prohibiciones es larga. Incluso puede resultar abrumadora. ¿Estarán las y los trabajadores dispuestos a comprometerse con todos estos requerimientos?
CULTURA, EL QUINTO ELEMENTO
En Estados Unidos, el hospital Mass General Brigham ha mantenido sus casos de COVID-19 al mínimo entre sus 75 mil funcionarios de la salud, a pesar de tratar a pacientes infectados y de estar ubicado en Boston, uno de los mayores focos de contagio del país.
Según explicó el doctor Atul Gawande, reconocido cirujano del hospital, su estrategia se basa en un sistema de cuatro partes esenciales – higiene, distanciamiento social, diagnósticos y mascarillas. Pero ninguna de estas acciones es suficiente por sí sola.
“La cultura es el quinto elemento del éxito”, escribe el doctor Gawande. “Y probablemente sea el más difícil de todos”. Al fin y al cabo, es la cultura lo que hace que la gente que sabe lo que tiene que hacer… realmente lo haga.
EL IMPULSO DE CONECTAR
Los estudios del ambiente laboral demuestran que la transmisión del virus ocurre principalmente dentro de edificios, por lo que es vital lograr que los y las empleadas se comprometan con las medidas sanitarias de prevención y protección.
Pero incentivar a la gente a cumplir con estas normas de manera rigurosa y exhaustiva puede ser especialmente complicado en pandemia. Tras largos períodos de aislamiento, como las cuarentenas, la búsqueda de conexión de los seres humanos es más poderosa que nunca, y ejercer la suficiente fuerza de voluntad para cumplir con el distanciamiento y las mascarillas puede convertirse en un verdadero desafío. El impulso de socializar hará que se ignoren las recomendaciones anti COVID de las autoridades.
DEL “YO” AL “NOSOTROS”
El doctor Gawande señala que el uso correcto de las mascarillas en todo momento es principalmente para evitar transmitirle el virus a los demás – la barrera te protege a ti, no a mí. En otras palabras, es nuestro respeto por los demás lo que nos motiva a ser diligentes en el uso adecuado de mascarillas.
Y es aquí donde la cultura en el lugar de trabajo entra en el juego. Las organizaciones llevan años intentando desarrollar culturas de relaciones saludables y de alto rendimiento, donde las personas actúen por el bien del otro y no sólo basados en el interés personal. Pero, en compañías donde la cultura no ha sido prioridad, es común descubrir una extraña combinación de relaciones en el ambiente laboral.
En una Cultura de Control, por ejemplo, aquellos con poder gobiernan sobre el resto. Implícita o explícitamente, el líder transmite: «Haz lo que te digo o sufre las consecuencias». La gente cumple con los dictados de los que están en el poder, pero algunos trabajarán en contra de los intereses de la organización (Gallup describe a estos empleados como “activamente desconectados” y estima que representan el 13% de la fuerza laboral estadounidense).
Por otra parte, en una Cultura de la Indiferencia las personas están tan ocupadas con las tareas que no se toman el tiempo para desarrollar y mantener relaciones de apoyo. En las culturas de Control e Indiferencia, es más probable que las personas actúen por interés propio, especialmente si se sienten excluidas, solas o infravaloradas. No sienten que el liderazgo realmente se preocupe por ellos como persona, o ven esa atención como “tibia” en el mejor de los casos.
Pero no todo está perdido. El tercer tipo de cultura relacional es una Cultura de Conexión. En ella, las personas sienten un sentido de comunidad en su equipo o en la organización, y se sienten conectadas con sus jefaturas, sus colegas y las personas a las que sirven a través de su trabajo. El vínculo que experimentan las personas hace que sea más probable que se preocupen por los demás, y que actúen y contribuyan de manera que beneficien al grupo.
CULTIVAR LA CONEXIÓN
Como podrás haber adivinado, es menos probable que las personas que trabajan en una cultura de Indiferencia o Control se sientan motivados a cumplir con las recomendaciones sanitarias de las autoridades. En cambio, en las culturas de Conexión, el vínculo comunitario que experimentan las personas hará que se sientan más comprometidas con el cumplimiento de las normas.
Los lazos de conexión en una cultura organizacional surgen de la identidad, la empatía y la comprensión compartidas. La conexión se logra, toma forma y se mantiene cuando los líderes:
- Comunican una Visión que une a las personas.
- Valoran a las personas como seres humanos y no los tratan como “medios para lograr algo”.
- Le dan voz a las personas en asuntos y temas que les importan.
En definitiva, en las organizaciones que tienen un alto grado de conexión, se aprecia un alto nivel de valoración de las personas, que se acompaña con la tendencia de contar con gerentes y líderes que tengan un interés genuino en las personas. Estas organizaciones también pagan de manera justa, brindan beneficios generosos y se comprometen a invertir en capacitación y desarrollo de empleados para lograr su potencial. Debido a que estas organizaciones se preocupan por el bienestar de sus empleados, no toleran a egoístas ni prepotentes.
Hoy en día, debido al abrupto cambio hacia el trabajo remoto y las cuarentenas en casa, las personas son más conscientes que nunca de su necesidad de conexión. La oportunidad de construir un futuro más conectado es ahora, así como también la capacidad de los líderes de desarrollar una mayor conciencia del necesario papel que la conexión desempeña en la salud y el rendimiento de las corporaciones.