¿Qué saben los inmigrantes de la felicidad? 4 lecciones que debemos aprender de ellos
Los debates más mordaces acerca de la inmigración suelen ser infelices por todos lados. Por una parte, están aquellas personas a favor de flexibilizar las restricciones sobre los inmigrantes, debido a la miseria que padecen en su país de origen y las dificultades del viaje. Por otra parte, están quienes creen que su llegada causará infelicidad entre las comunidades que los reciben, a través de la pérdida de empleos, el cambio cultural o el crimen.
¿Pero qué pasaría si miráramos a través del otro extremo del telescopio y consideráramos la inmigración a través del lente de la felicidad? Claro, hace cientos de años, cuando las primeras olas migratorias comenzaron a llevarse a cabo en el planeta, no existían encuestas acerca de la felicidad.
Hoy, sin embargo, tenemos los medios para preguntarnos si los inmigrantes en nuestras costas (y en las de otros) son más felices que en su país de origen. También podemos ver el efecto que tiene su presencia en la felicidad de los nativos en sus hogares adoptivos. Y, al hacer estas preguntas, todos podemos obtener lecciones positivas sobre cómo abordar nuestras vidas, ya sea que decidamos migrar o permanecer en un lugar.
EL DESTINO FINAL
En 2018, un equipo de investigadores de Gallup y la Universidad Erasmus, en los Países Bajos, evaluó la felicidad de los inmigrantes en todo el mundo, utilizando datos de Gallup World Poll sobre 36.000 inmigrantes de primera generación en 150 países y territorios.
Este es el estudio más completo de su tipo jamás realizado. En su mayor parte, descubrió que la inmigración aumenta el bienestar: los inmigrantes internacionales se evaluaron, en promedio, como un 9% más felices después de la migración.
El grado en que los inmigrantes se benefician parece variar según su origen y destino. Por ejemplo, los inmigrantes que habían viajado de Europa Occidental a Europa del Este no percibieron que su vida era mejor, ni tampoco las personas que se mudaban entre Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Pero aquellos que se mudaron del África subsahariana a Europa occidental vieron, en promedio, un aumento del 29% en los índices de felicidad.
Ese aumento se encuentra incluso entre los inmigrantes mayores, que generalmente se encuentran en desventaja cuando se adaptan a una nueva cultura e idioma. En 2019, los investigadores que estudiaron a más de 7.000 inmigrantes mayores de 60 años en los Estados Unidos encontraron que eran considerablemente más felices después de la migración. También encontraron que estos inmigrantes mayores eran generalmente más felices que los ancianos nativos, y esto era especialmente cierto para los inmigrantes hispanos.
¿LA EXPLICACIÓN?
Por supuesto, la explicación más obvia de la felicidad de los inmigrantes es que muchos encuentran más oportunidades financieras en su hogar adoptivo que las disponibles en su país de origen. Esto podría explicar por qué las personas que se mudan de Europa Occidental a Europa del Este no tienden a beneficiarse significativamente. Según una encuesta de inmigración de 2021, el 53% de los inmigrantes de primera y segunda generación en los Estados Unidos dicen que su razón principal (o la de sus padres) por viajar fue el potencial de ganancia económica.
Otra razón se relaciona con el espíritu empresarial. Los emprendedores, sin importar su estatus migratorio, tienden a ser más felices que los no emprendedores, incluso a pesar de las diferencias de ingresos. Los investigadores sospechan que este beneficio está relacionado con el control sobre su propio tiempo y carrera. Los inmigrantes tienen una probabilidad desproporcionada de ser empresarios: incluso el acto de inmigración es intrínsecamente emprendedor, ya que implica riesgo, fe en el futuro y una recompensa anticipada.
LA FELICIDAD MIGRANTE SE CONTAGIA
Hoy en día puede resultar controversial, pero existe la creencia de que los inmigrantes tienen la capacidad de hacer más feliz al resto de la sociedad también. La investigación es concluyente: las sociedades que son abiertas y acogedoras para los inmigrantes experimentan grandes ganancias de felicidad cuando éstos llegan, mientras que las sociedades con actitudes negativas sobre la inmigración experimentan una disminución del bienestar cuando aumenta la inmigración. Para un lugar como Grecia, donde el 82% de la población quería menos o ningún inmigrante en 2018, una mayor inmigración probablemente deprimirá la felicidad promedio. El efecto es menos claro en los Estados Unidos, donde ese número fue solo del 29%.
El vínculo entre la inmigración y la felicidad general de un país es aún más pronunciado cuando los inmigrantes se asimilan moderadamente a su nuevo hogar. Un estudio que utilizó datos de Alemania encontró que cuando los inmigrantes trabajaban, ganaban un salario, se sentían parte de la cultura de su nuevo país y hablaban y escribían su idioma, la felicidad de los nativos aumentaba. Y aun así, la relación entre asimilación y felicidad es más complicada para los propios inmigrantes.
LAS LECCIONES DE LA INMIGRACIÓN
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Si quieres y puedes, migra.
La lección más obvia de toda esta investigación es que, si no estás contento con el lugar donde vives, es probable que aumentes tu bienestar mudándote a otro lugar, ya sea un país diferente o simplemente una nueva ciudad (si tienes el privilegio de hacerlo, claro).
Si te asusta la idea y crees que quizás, sin darte cuenta, irás de mal en peor, confía en las estadísticas: los estudios sobre inmigrantes muestran que lo más probable es que tu situación mejore.
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La felicidad de emprender no es sólo económica.
Una segunda lección es que el vínculo entre el espíritu emprendedor y la felicidad no es estrictamente un fenómeno económico. Los inmigrantes viven una vida de emprendimiento: ponen en riesgo su capital social, religioso y lingüístico; actúan con fe en sí mismos y en su futuro; persiguen rendimientos extraordinarios, ya sea en dinero o no. Incluso aunque no seas inmigrante, cualquiera puede esforzarse por vivir más así, actuando con valentía y esperanza.
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No te resistas al cambio.
Cuando realices un cambio importante de cualquier tipo, recuerda que te beneficiarás de la asimilación a una nueva forma de vida. Resistir el cambio puede hacer que las transiciones de la vida sean mucho más difíciles de lo necesario. Si te mudas, por ejemplo, es probable que sientas la tentación de hacer que tu nuevo espacio se parezca lo más posible a tu antigua casa, para que te resulte familiar y cómodo. Sin embargo, al hacerlo, inconscientemente te estarás diciendo a ti mismo que el lugar anterior era mejor.
En cambio, migra intencionalmente tus hábitos, gustos y afectos. Acostúmbrate a la cocina nativa o apoya equipos deportivos locales – de esa forma, podrías incluso hacer amigos nuevos.
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Depende de ti.
Por último, si ves que llegan muchas personas nuevas a tu ciudad, empresa, escuela o iglesia, recuerda que la forma en que esta situación afecta tu bienestar depende de cómo tú mismo decidas darles la bienvenida. Si te opones a los recién llegados, estás eligiendo la infelicidad.
En su lugar, asegúrate de estar feliz de ver a alguien nuevo y ayúdalo a adaptarse a la forma en que funcionan las cosas en su nueva comunidad. Esto hará que tanto tú como ellos se encuentren en una mejor situación.
Ver el lado positivo de la inmigración es bueno para todos –no sólo para los recién llegados. Los inmigrantes son un modelo de cómo todos podemos vivir sin rendirnos ante el status quo, cómo las circunstancias de nuestro nacimiento no necesariamente nos confinan. Eso es digno no sólo de aceptación a regañadientes, sino también de admiración y gratitud.
Por Equipo Espacio Mutuo
Mutual de Seguridad