Aprende a pedir perdón y discúlpate como un experto
Un estudio publicado hace poco en Clinical Journal of Pain demostró que los mismos circuitos neuronales que procesan la angustia social también están involucrados en los circuitos del dolor físico. No es por hacerte sentir mal, pero esto significa que cada vez que realizas un comentario desatinado que hace sentir cierto rechazo o exclusión social a un tercero, estás infligiendo en él no solo un dolor psicológico, sino que también uno corporal.
Tranquilo, decir las cosas equivocadas y en el momento menos oportuno es una condición natural del ser humano, criatura sociable que se desenvuelve en comunidad. Pero hacer un comentario inapropiado y una broma insensible requiere un tipo de disculpa especial, puesto que la herida es interna y más difícil de “sanar”.
Aquí te dejamos los mejores tips al momento de pedir perdón, según The New York Times. ¡No dejes que un desliz verbal te aleje de tu pareja, amigo o colega!
Antes de disculparte:
Evalúa el daño: Mantente abierto y sé sincero. Puede que creas que tu falta fue solo un comentario casual, pero para la otra persona quizás es la acumulación de varios actos desconsiderados de tu parte. Puede incluso estar más molesto de lo que crees.
Ni catastrófico ni apático: Reacciona acorde a la situación. Algunas personas tienden a sentir una mayor culpabilidad y son muy duras consigo mismas, envolviéndose en un torbellino de vergüenza. Otros ni siquiera entienden bien por qué el otro se enojó. Si no tienes claro si lo que dijiste hirió a la otra persona, acércate y pregúntale cómo remediarlo. No lo formules como: “Dime por qué te molestaste”, en lugar de eso pregunta: “¿Qué fue lo que hice?”.
Que no empeore: Si sientes la tentación de olvidarlo y hacer como que nunca ocurrió nada, no la escuches. Eso solo te hará perder más tiempo preocupándote y hará más incómoda la situación. No se trata de la ofensa inicial, sino de cómo se abordó.
Mientras te disculpas:
Acepta tu responsabilidad: Demuestra que te importa hacer bien las cosas y que no te tomas a la ligera lo que hiciste. Evita ponerte a la defensiva o inventar excusas como “fue sin querer” y “eres demasiado sensible, era solo una broma”.
Valida su dolor: Es tentador usar este tiempo para aclarar tus intenciones: puede que te sientas atacado y es comprensible querer limpiar tu nombre pero, a menos que la persona te pregunte qué fue lo que quisiste decir con tu broma o comentario, no lo expliques. Lo que quisiste decir es irrelevante en una conversación centrada en el impacto negativo de tus palabras. Acepta que lo que la persona escuchó y sintió fue real: “Mi comentario fue inapropiado y entiendo por qué te molestó”.
Sé real: Asegúrate que tus disculpas sean de corazón. Evita frases hechas o clichés que te harán ver superficial, e intenta siempre hablar en persona, ya que el lenguaje corporal, el tono de voz y las expresiones faciales comunican más tus sentimientos que solo las palabras que usas.
Después de la disculpa:
Reinicia: La otra persona seguramente está preguntándose cómo será la relación ahora, después de tu metida de pata. Despeja sus temores (y los tuyos también) manteniendo una interacción sin problemas después de haber pedido perdón, hablando con naturalidad de temas normales. Esto recalibrará la relación y podrá garantizarle a la otra persona que todo está bien.
Si no lo olvidan, olvídalo tú: Si después de hacer tu mejor esfuerzo, la otra persona aún no es capaz de superar la ofensa, aléjate. Puedes hacerte responsable de tus errores y ofrecer una disculpa sincera, pero no puedes obligar a nadie a aceptarla.
En ocasiones las palabras causan un daño irreparable. Aun así, trata de aceptar la oportunidad de comprender la experiencia que vivió la otra persona e identificarte con su dolor, incluso si tuviste un papel activo en provocarlo. Esto te transformará en un amigo o colega más considerado y empático, capaz de hacer sentir al resto escuchado, seguro y comprendido.
Por Equipo Espacio Mutuo
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