Artículo editado por la Dra. Jessica Morales G. Universidad Autónoma de Chile

Hasta antes de la pandemia, las empresas tenían la mirada puesta en mejorar la competitividad y aumentar la retención de sus clientes, por ejemplo, aprovechando siempre las herramientas tecnológicas disponibles.

Pero no cabe que duda que el escenario ya no es el mismo de hace dos o tres años, aunque los impactos de la pandemia ya no sean tan complejos y evidentes como al principio. Cuál más, cuál menos, los países siguen enfrentando crisis en otros ámbitos, como el económico, social y político, que de un modo u otro afectan los objetivos de negocio.

Seguir empujando la adaptación exige nuevas formas de liderazgo y las empresas no están fuera de esto. Lo primero que necesita la organización es un líder consciente de todos los contextos que lo rodean y que sea capaz de guiar a sus equipos con empatía. En tiempos de crisis y de incertidumbre como las de hoy, verbalizar la confianza a quienes trabajan en ella es un gran motor para trabajar con eficiencia.

También debe priorizar genuinamente las vivencias de sus colaboradores, porque genera confianza entre las partes y favorece que se todas se comprometan aún más con el cumplimiento de objetivos que les son comunes. Y al revés, vale la pena consignarlo: no involucrarlos crea relaciones de bajo compromiso laboral. Ese es el factor humano de las crisis. Considerarlo y aplicarlo da una gran oportunidad para priorizar el bienestar de los trabajadores.

Quienes tienen la responsabilidad de gestionar en entornos difíciles están llamados a realizar ajustes para la toma de decisiones ágiles, la capacidad de adaptarse al cambio, la automotivación, el trabajo en equipo y la comprensión del cambio organizacional.

Estas son algunas actitudes y conductas claves:

• El compromiso como un valor grupal. El compromiso que el líder evidencie, particularmente a través de sus actos, son los que marcarán el involucramiento con el entorno y el de su equipo.
• Compartir toda la información positiva. Sobre todo en estos momentos de dificultades como los actuales. Las noticias positivas son muy valoradas, generan alegría y tranquilidad.
• Siempre cerrar una conversación con agradecimientos. Gratitud por haberse aportado ideas durante a una reunión, por el trabajo realizado con entusiasmo y compromiso, y por todo aquello que forma parte de lo cotidiano y que se hace en tiempo y forma. Estos gestos siempre tienen un efecto positivo y de bienestar en quien la recibe.
• Una gota de humor. Puede ser el mejor aliado frente a la adaptación al cambio. Ayuda a distender el ambiente, genera cohesión y crea lazos de confianza. 
• Propiciar la cultura del autocuidado. Dar tiempo al equipo para hacer pausas saludables y propiciar encuentros informales. Celebrar juntos fechas importantes, reconoce sus logros al menos verbalmente.
• Presentar al equipo una perspectiva general de los desafíos. Significa definir prioridades realistas, pedir opiniones sobre las materias que le competen a cada uno, llegar acuerdos y evaluar en conjunto la misión, visión y propósitos de la organización.