Salud Mental: ¿Por qué tenemos dificultades al pedir ayuda?
Cada vez es más común, sobre todo a esta altura del año, sentirnos sobrepasados. Las responsabilidades en el trabajo, en el hogar y la vida misma, muchas veces nos hace sentir agobiados y nos obligan a mirar hacia el lado para pedir ayuda. Situación que a menudo evitamos, ya que tenemos la percepción de que podemos molestar a las otras personas y asumimos que nuestra solicitud les parecerá un inconveniente.
Según la psicóloga social de la Universidad de Stanford, Xuan Zhao, la realidad es contraria y la hipótesis opuesta resulta ser correcta: las personas si se sienten bien marcando una diferencia en la vida de los otros, incluso puede producir felicidad entregar ayuda a los demás.
Con sede en Stanford SPARQ, Centro de Ciencias del Comportamiento de la Universidad estadounidense, Zhao lleva a cabo una investigación enfocada en ayudar a las personas a crear mejores interacciones sociales entre las personas, donde se sientan vistos, escuchados, conectados y apreciados. “Surprisingly Happy to Have Helped” es el nombre del estudio publicado recientemente en la reconocida revista de investigación Psychological Science, el cual expone que las personas suelen subestimar la disposición a ayudar de los demás.
¿Cuáles son las razones que impiden la solicitud de apoyo?
Principalmente es el temor de las personas al verse frente al resto como alguien incompetente, débil o inferior. Bajo esa línea, otra investigación publicada en febrero del presente año por la estudiante de doctorado de Stanford, Kayla Good, señaló que los niños de hasta 7 años pueden dudar sobre realizar preguntas en clase por temor a que sus compañeros piensen que son “estúpidos”.
Algo parecido es lo que sucede con los adultos. A algunas personas les preocupa ser rechazadas, debido a lo vergonzoso o doloroso que puede llegar a ser. Otros por su lado, pueden estar preocupados de agobiar e incomodar a otros con sus problemas.
Cuando las personas precisan de una mano amiga, a menudo se ven ahogados en sus propias preocupaciones y no son capaces de reconocer plenamente las motivaciones de quienes los rodean. Esto puede introducir una dicotomía entre ambas partes, generando un pensamiento diferente entre la parte solicitante y el posible ayudante. Situación que según la psicóloga investigativa Xuan Zhao frecuentemente tiende a ser exagerada y errónea.
En busca de la verdad
Para validar su hipótesis, Zhao y su equipo llevaron a cabo una serie de experimentos en los que inducían a las personas a interactuar directamente entre sí para buscar y ofrecer ayuda o en su defecto, que se imaginaran y recordaran tales experiencias sucedidas en algún momento de sus vidas.
“Observamos constantemente que los buscadores de ayuda subestimaron cuán dispuestos estarían los extraños, e incluso sus amigos, para prestarles ayuda. Así también minimizaron el efecto positivo que pudiesen sentir los ayudantes en caso de entregarla. Por otro lado, sobreestimaron la reacción de los ayudantes molestos”, afirma la investigadora.
Aquellos patrones también se repiten en otro trabajo sobre el “Interés Personal” desarrollado por Dale Miller, psicólogo de la misma academia. El artículo indica que, al momento de pensar en las motivaciones de un tercero, tendemos a aplicar una visión más pesimista y material sobre la naturaleza humana. Además, explica que como sociedad occidental se tiende a valorar más la independencia y, por tanto, puede interpretarse como una acción negativa o egoísta recurrir a la ayuda del otro.
Considerando estos antecedentes la experta de Standford concluye que “la mayoría de las personas somos profundamente prosociales y queremos marcar una diferencia positiva en la vida de los demás”. Esta conclusión se reafirma en investigaciones como la del psicólogo Jamil Zaki, quien ha demostrado que empatizar y ayudar a otros necesitados parece ser una respuesta intuitiva, haciendo más felices a quienes realizan actos de bondad.
No es solo pedir, si no también, saber cuándo entregar
Son las mismas Redes Sociales y sus usuarios quienes han demostrado la buena percepción de la ayuda espontánea y en esa línea podemos ver cómo los actos de bondad al azar se vuelven virales y explican este factor. Pero en realidad, la mayor parte de la ayuda se produce sólo después de que se ha realizado una solicitud. Por lo tanto, no es correcto decir que las personas no quieran ayudar o que se les deba presionar para que lo hagan.
Todo lo contrario, el ser humano efectivamente quiere ayudar, pero resulta imposible si no se tiene conciencia que el otro está sufriendo, luchando o necesita de otra persona. En muchas ocasiones se opta por guardar silencio en preferencia de respetar la privacidad o la autonomía de los demás.
Por lo tanto, una solicitud directa puede eliminar esas incertidumbres, abriendo oportunidades para conexiones sociales positivas. Así también, potencia la creación de cercanía emocional al evidenciar la confianza suficiente como para que el otro comparta sus vulnerabilidades y así trabajar hacia un objetivo común compartido.
Pueden ser muchos los factores por los que puede resultar difícil pedir ayuda. La investigación elaborada por la psicóloga Zhao se ha centrado principalmente en escenarios cotidianos en los que la otra persona puede ayudar sin mayor preámbulo, y todo lo que necesita es presentarse y preguntar. Sin embargo, en algunos otros casos, el tipo de ayuda que se necesita puede requerir habilidades o recursos más específicos, los cuales pueden resolverse siempre y cuando haga su solicitud específica, significativa, orientada a la acción, realista y con límite de tiempo. Ahí, es probable que las personas estén felices de ayudar y se sientan bien después de ello.
Siempre existen excepciones a la norma y por supuesto, no todas las solicitudes deben ser específicas. Cuando enfrentamos desafíos de salud mental, es posible que tengamos dificultades para articular qué tipo de ayuda necesitamos.
La importancia para hacer valer este aprendizaje, está en comunicarse de la mejor manera posible con los recursos de salud mental adquiridos y además, tomarse el tiempo para resolver las cosas juntos. Siempre será fundamental estar dispuesto allí para ayudar, y también ser felices por ello.
La Organización Mundial de la Salud refiere que existen “varios factores impiden que las personas busquen ayuda” y uno es; “la estigmatización y discriminación”; el miedo a la exposición y verse como una persona vulnerable antes los demás.
“Quizás la pregunta más relevante está relacionada al ¿cuándo pedir ayuda? y si bien esta acción puede variar de persona en persona, entendiendo que es subjetivo, la respuesta estas asociadas a cuando nuestras actividades cotidianas como el trabajo, la vida personal se ven alteradas. Requerir ayuda de otro, tiene un sesgo asociado a la debilidad e incapacidad de resolver nuestros asuntos de manera autónoma. Estos sesgos son visibles también en los lugares de trabajo, en donde las personas en muchas ocasiones no se sienten capaces de manifestar su necesidad de ayuda, por temor a que esto genere inestabilidad laboral, lo que es un factor de riesgo psicosocial, y por ende que debe ser abordado por las organizaciones”, expresa Carolina Villas, Psicóloga de Mutual de Seguridad.
Actualmente dados los cambios que se han generado en los ambientes laborales debido a la Pandemia y otros condicionantes, es importante gestionar el bienestar en los ambientes laborales, entregar seguridad psicológica y generar espacios de relacionamiento a sus trabajadores, es un tema fundamental.
“Es importante destacar que, los seres humanos somos seres sociales por naturaleza, es por ello que necesitamos de otros para mantener un equilibrio y bienestar emocional”, menciona Villas.
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