Con las relaciones cautivas por el encierro, ¿crees que estás practicando una buena escucha?
Nada como una crisis global para poner a prueba tus relaciones. Tras desastres naturales, prolongados cortes de luz o atentados terroristas, tiende a producirse un alza de divorcios y separaciones, pero también de matrimonios y embarazos. Demógrafos y abogados ya han comenzado a predecir una ola de divorcios y bebés post-COVID, y es que la pandemia tiene el potencial de unirnos – o distanciarnos aún más.
COMUNICACIÓN EN CRISIS
La lógica de las relaciones, tanto las románticas como todas las demás, es que sobreviven cuando ambas partes se sienten escuchadas y comprendidas. El problema es que escuchar es un hábito que pocos practican con frecuencia, y puede volverse incluso más difícil en períodos de estrés e incertidumbre.
Miembros de la familia, amigos y colegas pueden refugiarse en sí mismos, distraerse fácilmente o volverse demasiado críticos, analíticos y pedantes, en un intento por controlar la conversación cuando todo lo demás se siente tan fuera de control.
¿El resultado? Desconexión, aislamiento e irritación en un momento donde lo que más necesitamos es, precisamente, a nosotros mismos.
LA OPORTUNIDAD DE ESCUCHAR
Con el mundo en pausa, hoy es la oportunidad perfecta para escuchar a quienes tienes cerca, o a quienes te gustaría tener cerca. En confinamiento y con nuestras rutinas de siempre interrumpidas, somos audiencias cautivas.
Ya sea en persona o por teléfono, escuchar es la forma de generar entendimiento, de fortalecer vínculos y demostrar tu preocupación. Es también la mejor manera de saber cuándo has escuchado suficiente y prefieres tener tu propio espacio.
Por supuesto, escuchar es mucho más que sólo quedarse en silencio mientras el otro habla. Las personas no son aparatos que puedes prender y apagar cuando quieras, compartiendo sus pensamientos y sentimientos más profundos. La intimidad se gana con paciencia, sensibilidad y aceptando al otro tal y como es.
Estas son algunas ideas y consejos que harán que tus conversacioes y tu habilidad de escucha, pasen a un nuevo nivel, y ayuden a mejorarlo todo en medio de la pandemia.
BUSCA LA OPORTUNIDAD
En un artículo de The New York Times, Stephanie Anderson, hoy instructora de desarrollo estudiantil en la Universidad de Illinois, Estados Unidos, explica cómo usó los largos viajes en auto que tenía con su padre para practicar el acto de escuchar. “Fue un esfuerzo consciente de mi parte” – señala – ya que en aquellos viajes en los que su padre manejaba desde su hogar en Ohio hasta Washington D.C, donde Anderson estudiaba, el diálogo no estaba garantizado: “la comunicación nunca ha sido el fuerte de mi papá”.
En viajes anteriores, ella se había limitado a sentarse en el asiento del copiloto chateando con sus amigos mientras su padre escuchaba música de sus artistas favoritos. “Comencé con la música», dijo Anderson. «Le pregunté cuándo comenzó a escuchar a esos artistas, qué le gustaba de ellos y si alguna vez fue a algún concierto». Sus respuestas llevaron a más preguntas, y él comenzó a hacerle preguntas a ella. Hablaron sobre cómo conoció a su madre, quien murió cuando ella tenía 8 años. Hablaron sobre la carrera de él y sobre qué tipo de carrera le gustaría a ella, cada tema conduciendo a otro.
“Antes de eso nunca había sido muy cercana a mi papá, más allá de que siempre fue un excelente proveedor”, dice Anderson. “Pero esto me hizo conocerlo más como persona, con sueños y motivaciones. No era una transacción, era simplemente cómo él estaba experimentando su vida”. Por estos días, dice que espera con ansias la llamada de cuarentena diaria de su padre.
PRACTICA LA TÉCNICA DE “LA TERCERA COSA”
Al usar los gustos musicales de su padre como punto de partida, Anderson estaba utilizando, sin querer, la técnica de “la tercera cosa”: acuñado por el educador y autor Parker Palmer, el término se refiere a cosas que son externas a las personas que están hablando y que sirven como trampolines de la conexión.
El poeta Donald Hall describió cómo las “terceras cosas” eran el secreto de su matrimonio de 23 años con la poeta Jane Kenyon: “No pasamos nuestros días mirándonos a los ojos, lo hicimos cuando hacíamos el amor o cuando uno de nosotros estaba en problemas, pero la mayoría de las veces nuestras miradas se encontraron y se entrelazaron mientras miraban una tercera cosa».
Comienza hablando de algo que le guste a la otra persona, o tal vez no le guste, y descubre por qué es así. Podría ser música, arte, libros, películas, comida, juguetes favoritos de la infancia o incluso otras personas.
EXPLORA EN LOS GUSTOS Y DISGUSTOS
La idea es explorar las afinidades, actitudes, creencias y opiniones de cada uno – pero nunca discutir sobre ellas. El psicólogo Robert Zajonc escribió: “Nunca estamos equivocados sobre las cosas que nos gustan o no”.
Los gustos y aversiones se desarrollan a través de la experiencia, y esas historias se comparten de buena gana si haces preguntas y escuchas atentamente las respuestas. Éstas no tienen que ser largas, necesariamente – con intercambios esporádicos y significativos está bien.
Escuchar atentamente requiere concentración y esfuerzo. Sólo puedes seguir haciéndolo durante un tiempo. Por lo tanto, es importante estar alerta a la voluntad de la otra persona y a su propia voluntad de continuar.
USA LA TÉCNICA DE LOS “HIPOTÉTICOS”
“Si pudieras viajar en el tiempo, ¿a dónde irías?” o “Si pudieras vivir hasta los 100 años y retener el cuerpo o el cerebro de alguien de 25, ¿cuál elegirías?”. Preguntas tan imaginativas como éstas pueden resultar tan reveladoras como las “terceras cosas”. Las respuestas pueden sorprenderte, incluso de personas que crees conocer del todo.
HAS QUE TUS PROPIAS RESPUESTAS SEAN AUTÉNTICAS, PARA DAR VALOR A TUS PREGUNTAS
Para que alguien quiera decirte algo, no sólo tienes que extender la invitación, sino también responder de una manera reflexiva y sentimental. Lamentablemente, la mayoría de la gente no es muy buena en esto.
Graham Bodie, profesor de marketing y comunicación integrados en la Universidad de Mississippi, en Estados Unidos, ha estudiado el escuchar durante casi 20 años, y sus datos sugieren que las respuestas de los oyentes están emocionalmente en sintonía con lo que los hablantes dicen menos del 5% de las veces. Cualquiera que haya compartido algo personal y haya recibido una respuesta irreflexiva o incomprensible sabe lo mal que se siente.
Eso no quiere decir que tus respuestas tengan que ser análisis emocionales en profundidad. A veces, lo único que se necesita es una exhalación fuerte y alguna palabra que demuestre empatía.
NO TE PONGAS COMO REFERENCIA DE LA SOLUCIÓN
Con mayor frecuencia, las personas responden cambiando la conversación para sí mismas («¿Crees que es malo? A mí me pasó tal cosa…») o diciéndole a la otra persona lo que deberían hacer («Si yo fuera tú…»). Otras veces las personas cambian de tema por completo, porque se sienten incómodas con las emociones de la otra persona.
«Creo que la mayoría de la gente no quiere escuchar porque sienten que una vez que escuchan algo, son responsables de ello», dijo Pamela Soileau, enfermera y capellán de hospicio en Houston, Estados Unidos. Eso es especialmente cierto ahora, explica, cuando el problema que enfrentamos – la pandemia, por ejemplo – aún no tiene solución.
Pero la gente generalmente no quiere que resuelvas sus problemas, mucho menos ignores o minimices sus sentimientos. Sólo quieren reconocimiento, comprensión y, sobre todo, aceptación.
“Me he dado cuenta de que hay momentos en los que no tienes que decir nada«, dijo Soileau. “Las palabras son importantes, pero no lo son todo. A veces es sólo tu presencia y tu disposición para escuchar lo que más comunica”.
Por Equipo Espacio Mutuo
Mutual de Seguridad