5 consejos para pensar mejor y hacer mejores preguntas
¿Estás abordando un problema nuevo y difícil en el trabajo? ¿Con un ascenso reciente y tratando de comprender tu nuevo rol y aportar una nueva perspectiva? ¿O eres nuevo en la fuerza laboral y buscas formas de contribuir significativamente junto con tus colegas más experimentados?
Si es así, el pensamiento crítico -la capacidad de analizar de manera efectiva un problema para tomar una decisión o encontrar una solución- será fundamental para tu éxito. Y en el corazón del pensamiento crítico está la capacidad de formular preguntas profundas, diferentes y efectivas.
EL DON DE LA PREGUNTA
Clayton M. Christensen fue quizás el mayor pensador de gestión de los últimos 30 años. Su texto “Cómo medirás tu vida” es un éxito de ventas de Harvard Business Review y uno de los 5 mejores artículos sobre desarrollo personal, y sus teorías sobre la innovación y la disrupción cambiaron los negocios. Pero una de las lecciones más memorables de Christensen se dio en una charla en la Escuela de Negocios de Harvard, donde habló sobre su propio enfoque de su época como estudiante décadas antes.
Dijo que la Escuela de Negocios de Harvard fue donde aprendió a hacer grandes preguntas. Impresionado con sus compañeros de clase, llevaba un cuaderno y anotaba las preguntas más perspicaces que hacían otros estudiantes. Luego, se iba a casa y reflexionaba sobre cómo y por qué sus compañeros y compañeras las habían formulado. Siempre curioso, Christensen sentó las bases para sus futuras ideas al estudiar primero el proceso por el cual las personas formulaban sus mejores consultas.
Puedes abordar la curiosidad con el mismo rigor y utilizar ese proceso para obtener una mejor visión de una nueva situación o resolver algunos de sus problemas más difíciles. Aquí hay algunas maneras de mejorar tu capacidad para interrogar, incluso, sobre los temas más difíciles.
CONSEJOS PARA MEJORES PREGUNTAS:
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No te aferres a tu hipótesis.
Basado en el método científico, el “pensamiento basado en hipótesis” es el proceso que permite que los equipos de trabajo de alto rendimiento resuelvan los problemas de manera rápida y eficiente. Implica formular una respuesta temprana a un problema y luego profundizar en los datos para buscar mejorarlos y refinarlos. Sin embargo, el núcleo de este enfoque es mantener tu hipótesis de forma flexible. Si estás demasiado apegado a tu respuesta inicial, puedes negarte a dejarla ir, sin importar a dónde conduzcan los datos.
En los ejercicios de pensamiento crítico, a menudo caemos rápidamente en una “respuesta” o hipótesis intuitiva y sostenida en conjunto, particularmente en grupos, y hacemos preguntas que buscan probar en lugar de refutar nuestros pensamientos. Las preguntas críticas, sin embargo, pueden obligarnos a reconsiderar fundamentalmente nuestras conclusiones iniciales, y tenemos que estar dispuestos a hacerlo libremente sin estar a la defensiva.
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Escucha más de lo que hablas.
Esto suena simple, pero la clave para las grandes preguntas es la escucha activa. La escucha activa es el proceso de comprender lo que otra persona dice, tanto explícita como implícitamente, mientras demuestras que estás comprometido e interesado. La escucha activa exitosa te permite comprender completamente un argumento, lo que facilita cuestionar su lógica.
La escucha activa también ayuda a anular el «motor de predicción» de tu cerebro para hacer mejores preguntas. Nuestros cerebros están conectados para generar respuestas eficientes e intuitivas, pero eso puede limitar su punto de vista. La escucha profunda es una forma de anular esa función y abrirnos a una gama más amplia de respuestas. También te permite demostrarle a tu contraparte que te importa lo que dice y que tomas en serio su perspectiva, lo que los mantiene involucrados en la conversación y más abiertos a su perspectiva.
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Deja tus preguntas abiertas.
Cuando comiences tu consulta, evita hacer preguntas de sí o no. En su lugar, plantea preguntas que obliguen al otro a abrirse y pontificar extensamente. En lugar de preguntar: «¿Este negocio es estable?», pregunta: «Si este negocio fuera inestable, ¿cómo o por qué sería eso?». En lugar de preguntarle a alguien «¿Estás feliz en tu trabajo?», pregunta: «¿Qué es lo que amas de tu trabajo y qué podría ser mejor?» o «Háblame de un momento en que encontraste alegría en tu trabajo y un momento en que te sentiste desmotivado».
Luego, sigue el diálogo que surge con más preguntas. Las preguntas abiertas fomentan el pensamiento crítico en un grupo, ofrecen a un individuo ampliar sus puntos de vista y dejan a las personas el espacio para resolver problemas activamente.
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Tómate tu tiempo.
En el mundo vertiginoso de hoy, tratamos de tomar decisiones demasiado rápido. Pero las mejores preguntas a menudo se formulan después de considerarlas y de una buena noche de descanso. El sueño puede ayudar a tu cerebro a asimilar un problema y verlo con mayor claridad. Y un proceso deliberado a menudo conduce a mejores conclusiones. La investigación también muestra que cuando tomamos decisiones apresuradas, a menudo nos arrepentimos incluso si terminan siendo correctas.
Así como un buen guiso toma tiempo para hervir a fuego lento, una conclusión o pregunta bien pensada puede necesitar espacio. Resiste la urgencia innecesaria. Mapea un proceso que te permitirá resolver un problema durante varios días o más. Profundice inicialmente y luego reflexiona sobre lo que aprendiste y lo que deberías haber preguntado. Las preguntas que formules en una tranquila reflexión pueden ser más poderosas que las planteadas en el momento.
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Haz las preguntas difíciles.
Puede ser fácil poner nuestro cerebro en piloto automático, aceptar respuestas fáciles o ceder a las presiones sociales que nos empujan a evitar interrogar a los demás. Pero los tipos de preguntas profundas que permiten el pensamiento crítico a menudo se entregan en cadenas de indagaciones de seguimiento más y más profundas. Todos los padres están familiarizados con la forma en que los niños (las personas más curiosas de la naturaleza) preguntan «por qué» docenas de veces cuando se les da una respuesta. Y nosotros, los padres, a menudo nos encontramos atascados o reconsiderando nuestras propias respuestas al final de este tren de preguntas.
Si bien no necesitamos hacer una letanía de «por qué» para llegar al corazón del pensamiento crítico, debemos hacer preguntas de seguimiento reflexivas, incluso difíciles. Se requiere energía para escuchar atentamente y formular esos seguimientos, y esa es a menudo la única forma de profundizar su comprensión crítica de un tema.
Por Equipo Espacio Mutuo
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