El teletrabajo no es la solución para todos, pero ¿por qué?
Si te ofrecieran un puesto de trabajo completamente remoto, ¿aceptarías?
Para muchas personas, la respuesta es clara: sí. El teletrabajo se ha anunciado con bombos y platillos como la solución a muchos de los problemas de nuestro acelerado estilo de vida previo a la pandemia. Y es entendible – para muchos, significó la oportunidad de pasar más tiempo con sus hijos, o usar el tiempo que antes habrían desperdiciado yendo al trabajo buscando pasatiempos más satisfactorios.
Pero una nueva investigación sobre el trabajo remoto y el bienestar ha mostrado resultados mixtos: en el Informe sobre el nuevo futuro del trabajo de Microsoft de 2022, los investigadores descubrieron que, aunque el trabajo remoto puede mejorar la satisfacción laboral, también puede hacer que los empleados se sientan «socialmente aislados, culpables y tratando de compensar en exceso».
EL FIN DE LA FANTASÍA
Trabajar desde casa alguna vez parecía una utopía de hacer ejercicio en nuestros descansos, preparar almuerzos caseros saludables y poder hacer que las clases escolares funcionen fácilmente. Para muchos, sin embargo, la realidad ha sido muy diferente.
Desde investigaciones que muestran que los trabajadores remotos pasan más horas en su escritorio, hasta datos que sugieren que hasta el 80% de los trabajadores del Reino Unido sienten que trabajar desde casa ha tenido un impacto negativo en su salud mental, está surgiendo una imagen cada vez más complicada de lo que representa el tele-bienestar.
Cat, por ejemplo, tiene 30 años, vive en Londres y trabaja para una empresa de servicios ambientales. Cuando le ofrecieron un puesto totalmente remoto, lo aceptó sin pensarlo 2 veces. Pronto descubrió que la soledad le afectaba: “A veces, no veo a nadie en todo el día, lo que puede ser muy solitario. Descubrí que, en lugar de tomar descansos para conversar con la gente en mi oficina, tomo mi teléfono. Todo el tiempo extra frente a la pantalla definitivamente ha tenido un impacto negativo en mi bienestar”.
Los efectos negativos han sido una sorpresa para algunos empleados, que recién ahora sienten el golpe de darse cuenta que el trabajo remoto no es necesariamente la panacea de bienestar que se había promocionado. De hecho, contrario a lo que se cree, muchos en realidad eligen cambiar a puestos que suponen presencialidad.
“Cuando trabajamos de forma remota, nos perdemos las señales sociales de una oficina ocupada y las muy necesarias interacciones sociales: ponerse al día en el pasillo o preparar una bebida en la cocina mientras nos actualizamos y preguntamos sobre el fin de semana”, dice Nicola Hemmings, científica laboral de Koa Health. “Estos momentos aparentemente pequeños pueden tener colectivamente un gran impacto en nuestro bienestar”.
El aislamiento no es el único problema que presenta el trabajo remoto. Cat dice que además de sentirse sola, también ha descubierto que lidiar con un gran volumen de videollamadas la ha hecho sentir «incómoda», y que ver constantemente su propio rostro en una pantalla la ha dejado deseando poder regresar a las reuniones presenciales. “Preferiría tener la opción de una oficina varias veces a la semana para tener alguna conexión humana”, señala. Los millennials sin hijos son uno de los grupos demográficos más afectados por estos mismos problemas que describe.
UN SACRIFICIO JUSTO
Pero para otros, sin embargo, estas desventajas bien valen la pena. Para la demografía que luchaba con una vida laboral basada en la oficina antes de la pandemia, los problemas que trae trabajar desde casa son apenas un pequeño precio que pagar.
Esto es especialmente cierto para los trabajadores que tienen responsabilidades de cuidado o discapacidades existentes, quienes, según Hemmings, han experimentado un cambio positivo en su salud mental. Para estas personas, el trabajo en la oficina puede ser extremadamente perjudicial para el bienestar, ya que hacen malabarismos con los largos viajes al trabajo; con compromisos personales intensos; o con el agotamiento físico y mental por lidiar con el estrés de ir y venir de un lugar de trabajo que no se adapta bien a sus necesidades.
“Por primera vez soy capaz de trabajar desde la misma habitación que mi marido y mi hija pequeña, mientras ambos jugamos con ella”, dice Lauren, que trabaja en tecnología. “Mantengo horarios flexibles, lo cual es muy útil cuando tienes un hijo. Definitivamente quiero seguir trabajando de forma remota, al menos hasta que mi hija vaya a la escuela”.
Para Lauren, las desventajas del trabajo remoto son una compensación justa por la conveniencia adicional y el mayor tiempo con su hija. Kevin Rockman, profesor de administración en la Escuela de Negocios de la Universidad George Mason, Estados Unidos, señala que, aunque existen problemas innegables en lo que respecta al bienestar, los beneficios netos para personas como Lauren han sido enormes. “No hay duda de que el bienestar es más fuerte con el trabajo remoto”, dice. “Casi se garantiza que cambiar el tiempo de viaje por salud personal, familia o recreación traerá beneficios positivos”.
ENCONTRAR EL EQUILIBRIO
El cambio al trabajo remoto ha estado lejos de ser sencillo, y muchas empresas ahora están lidiando con el problema de cómo diseñar un modelo que funcione para todos.
La evidencia hasta la fecha indica que las circunstancias y preferencias personales de las personas son un factor clave para determinar si el trabajo remoto les brinda algún beneficio y, de ser así, si el valor de estos beneficios supera las desventajas como el aislamiento y la soledad.
“Implementar el trabajo remoto se trata realmente de volver a imaginar lo que significa estar en el trabajo para todas y cada una de las personas”, dice Rockman. “Los empleadores deben equilibrar la flexibilidad, brindando a las personas las herramientas que necesitan para seguir siendo productivas y las necesidades sociales de los empleados. El aspecto de ese equilibrio ideal cambiará de una organización a otra”.
Rockman señala que diferentes grupos demográficos experimentarán el trabajo remoto de diferentes maneras. Las investigaciones muestran que las madres jóvenes tienen más probabilidades de beneficiarse de trabajar desde casa, y una persona que vive con su pareja y tiene una red social en su área local probablemente experimente menos impactos negativos en su bienestar que alguien que vive sola y se ha mudado recientemente a una ciudad, por ejemplo. Por su parte, una persona de la generación Z en las primeras etapas de su carrera podría valorar el contacto social de la oficina.
Lo que funciona mejor no es necesariamente una solución única para todos, y probablemente también será un objetivo móvil según las necesidades específicas de las personas a lo largo del tiempo.
Por Equipo Espacio Mutuo
Mutual de Seguridad