El mejor regalo para este Día de la Madre es una división equitativa del trabajo
Este Día de la Madre no es una fecha particularmente agradable para muchas mujeres que están enfrentando lo complejo que ha significado trabajar y a la vez compatibilizar el mundo personal y la familia. Según un estudio reciente de Mutual de Seguridad y Cadem para recoger la experiencia de los trabajadores que ya cumplen un mes realizando teletrabajo a raíz del contexto de aislamiento provocado por la pandemia del Coronavirus, ellas se llevan el mayor peso.
Las mujeres declararon una mayor dificultad para realizar trabajo remoto que los hombres, principalmente porque sienten una responsabilidad más alta de compatibilizar trabajo con el hogar.
Tú, como madre, quizás sabes de lo que estamos hablando. O tú, como esposo, pareja o hijo, puedes detectarlo. Siendo honestos, ese desgaste es llevado con una sensación que a veces roza a frustración, porque querer, cuidar, proteger, sin que esto sea colaborativo, agota.
Este resentimiento, silencioso y dañino, es difícil de admitir y por eso, si estás pensando en el reconocimiento que merecen, especialmente en contextos como el actual, toma atención a esto.
EL REGALO PERFECTO
La solución no es agradecerles más a las madres por su labor. Tampoco comprarles el regalo más caro, ni la caja de bombones más grande: lo que ellas realmente quieren es una repartición justa y equitativa del trabajo con su pareja.
Discutirlo en conjunto puede ser difícil. Significa admitir que un integrante del equipo ha sufrido una distribución injusta de las tareas, lo cual, a su vez, requiere afrontar las razones por las que así fue. ¿Es porque la madre gana menos? ¿Es porque el padre cree que su trabajo es más importante que las labores domésticas, como cocinar o limpiar?
Si te aterra el solo hecho de imaginarte esta conversación, no temas. Lo más probable es que tu pareja esté más que dispuesto a dividir mejor el trabajo – tal vez, simplemente, no se había dado cuenta antes. De todas formas, Christine Carter de The Greater Good ofrece 10 sencillos pasos a seguir para renegociar un trato más justo, entre ambos.
1. Comienza mirando hacia adentro, para tener muy claro lo que necesitas: Observa lo que te molesta; la ira es a menudo un síntoma de una necesidad insatisfecha. Si aún sientes resentimiento cada vez que ves a tu esposo leyendo en el sofá, probablemente necesites tomarte un tiempo y tienes que hacerlo.
2. Cuestiona los límites que has creado: Revisa las reglas que tú misma te has impuesto. Por ejemplo, ¿quién dice que no puedes tomarte un tiempo para descansar después de terminar de trabajar, como tu marido? ¿Dónde está la norma que te obliga a cocinar o limpiar de inmediato? Pregúntate a ti misma: ¿qué pasaría si te dieras más espacios de descanso o si realizaras menos tareas domésticas?
3. Deja de lado tus suposiciones y temores, por ahora: A veces no hacemos preguntas importantes porque tenemos miedo de las respuestas. ¿Tu marido realmente piensa que su bienestar es más importante que el tuyo? No lo sabrás hasta que le preguntes, y la respuesta podría sorprenderte. Una vez que sabemos la verdad de la situación, podemos lidiar mejor con ella.
4. Considera a qué estás dispuesta a renunciar, o dónde bajarás tus expectativas: Puede ser difícil dejar que otra persona asuma un papel que has desempeñado en la familia toda tu vida, sobre todo si temes que nadie lo hará tan bien como tú. Por ejemplo, si has estado a cargo de las comidas, considera toda la práctica y las habilidades que has desarrollado este tiempo – ¿estás dispuesta a ceder al control? ¿Prefieres ceder a esa tarea para tener más tiempo para ti misma? ¿Los otros pueden hacerlo?
5. Comienza la conversación explicándole a tu pareja cómo te sientes: El objetivo es ser vista y escuchada en la relación – lo cual no va a suceder si te pones a la defensiva. Intenta usar palabras y sentimientos específicos, en lugar de juicios y acusaciones. Practiquemos: procura decir “me siento cansada todo el tiempo, solo quiero relajarme y leer un libro”, pero no digas “LITERALMENTE NO HACES NADA EN COMPARACIÓN CONMIGO”. Nada bueno saldrá de eso.
6. La idea es llegar a un acuerdo que signifique una división sostenible del trabajo, y que se sienta justo para ambos: La investigación muestra claramente que la percepción de injusticia perjudica tanto al matrimonio como a las personas que lo integran, tanto a los esposos como a las esposas. Cuando una persona de la relación no está satisfecha con la división del trabajo en su hogar, el matrimonio en conjunto sufre.
7. Negociar como iguales: Incluso si tu esposo gana más dinero que tú o pareciera tener más poder, negocia como su igual. Él no puede tener a la familia tal y como está ahora sin ti. Si no te trata con igualdad – házselo notar. Recuerda: estás renegociando la injusta expectativa de que las mujeres sacrifiquen su bienestar por sus familias.
8. Descubre qué quiere tu pareja y por qué lo quiere. Haz preguntas como: ¿qué tipo de relación quieres tener conmigo? ¿Y con los niños? ¿Qué papel quieres jugar en tu hogar? ¿De qué te gustaría hacer más? ¿Y menos? ¿Dónde te gustaría tener más control?
9. Descubre lo que lo está frenando. Puede ser temor de que lo critiquen o que ya no pueda salir con sus amigos. Puede sentir que has sido demasiado controladora. No defiendas tu posición, escucha sus miedos y quejas para que puedan resolverlos en el futuro.
10. Encuentra oportunidades en las necesidades de tu pareja. Una vez que sepas lo que quiere y lo que le preocupa, juntos pueden encontrar algo que les parezca justo a ambos, en lugar de descartar la relación. No pienses, ¿cómo puedo evitar tener que aceptar esto? Piensa: ¿Qué he aprendido sobre las necesidades de mi esposo? ¿Cómo podemos satisfacer sus necesidades y también las mías?
El Día de la Madre se mantiene como una de las fechas más especiales del año, ya que nos ofrece la oportunidad de agradecer a quien nos dio la vida – y debe lidiar permanentemente con su mundo propio sin sacrificar el nuestro. Si bien el sentimiento es genuino, es importante recordar que el famoso “amor de madre” no necesariamente significa el sacrificio incondicional de su bienestar, su felicidad y su salud mental. Aquellas mujeres que trabajan, cuidan a su familia y mantienen orden en el hogar no sólo merecen una pequeña celebración anual – merecen nuestra admiración, respeto y ayuda. Aunque, por supuesto, un ramo de flores al desayuno nunca estará de más.
Por Equipo Espacio Mutuo
Mutual de Seguridad