Atrévete a tomar el control de lo que sientes
Ese proceso se llama metacognición, que significa «pensar sobre el pensamiento». Se trata de experimentar tus emociones conscientemente, separándolas de tu comportamiento y negándote a ser controlado por ellas. Según Arthur C. Brooks and Oprah Winfrey en su artículo para WSJ, “La metacognición comienza con la comprensión de que las emociones son señales para el cerebro consciente de que algo está sucediendo que requiere tu atención y acción. Eso es todo lo que son”. Y luego añade; “Tu cerebro consciente, si decides utilizarlo, decide cómo vas a responder a ellas”.
Todos queremos cambiar algo de nuestras vidas, pero no siempre es práctico o posible. Tal vez odies el clima del lugar donde vives, pero tienes familia allí y un buen trabajo. Quizás te diagnosticaron una enfermedad para la que no hay tratamiento esperanzador. Puedes estar sufriendo una ruptura amorosa o sufriendo por algo de tu cuerpo y que no es posible cambiar.
Es ahí cuando la metacognición puede ser un superpoder. Entre las condiciones que te rodean y tu respuesta a ellas hay un espacio para pensar y tomar decisiones. En este espacio, tienes libertad. Puedes elegir entre intentar remodelar el mundo o empezar por cambiar tu reacción ante él.
Cambiar cómo experimentas tus emociones negativas puede ser mucho más fácil que cambiar tu realidad física, aunque parezca antinatural e incluso aunque creas que tus emociones son incontrolables, sobre todo en las crisis. La verdad es que es exactamente en esos momentos cuando saber gestionarlas puede ser la mejor ayuda.
EMOCIONES NEGATIVAS Y FALSOS MECANISMOS PARA AFRONTARLAS
Las emociones negativas, como la ira y el miedo, activan la amígdala, que aumenta la vigilancia ante las amenazas y mejora la capacidad de detectar el peligro. Es decir, el estrés te hace luchar, huir o paralizarte, no pensar: «¿Cuál sería una reacción prudente? Consideremos las opciones».
No es de extrañar, por tanto, que el estrés crónico conduzca a formas poco sanas de afrontar las dificultades. Por ejemplo, el consumo abusivo de drogas y alcohol, el rumeo de pensamientos negativos y las autolesiones. Estas respuestas no sólo no proporcionan alivio a largo plazo, sino que pueden agravar aún más los problemas a través de la adicción, la depresión y el aumento de la ansiedad. Lo que hacen estas técnicas es intentar cambiar el mundo exterior, como lo percibes. Las personas que abusan del alcohol suelen decir que unas copas apagan las ansiedades del día como un interruptor; los problemas (temporalmente) son menos amenazadores.
PRUEBA ALGO DISTINTO, SANO Y PERMANENTE
La metacognición ofrece una solución mucho mejor, más sana y permanente. Piensa: ¿qué estoy sintiendo? Identifica y analiza las emociones que aparecen en ti como si le estuvieran ocurriendo a otro y acéptalas. Escríbelas para asegurarte de que son completamente conscientes. Luego considera cómo puedes elegir reacciones no basadas en tus emociones negativas, sino en los resultados que prefieres en tu vida.
Por ejemplo, imagina que odias tu trabajo; estás aburrido, estresado. Llegas a tu casa de malhumor, acabas tomando demasiado y te sientas otro día más a ver un programa de TV basura para distraerte. Ya sabes qué es lo que pasa. La propuesta es que mañana pruebes algo diferente: Durante el día, tómate unos minutos cada hora más o menos y pregúntate: «¿Cómo me siento?». Anótalo. Después del trabajo, anota tus experiencias y sentimientos a lo largo del día. Escribe también cómo respondiste a esos sentimientos y qué respuestas fueron más y menos constructivas.
Hazlo durante dos semanas y verás cómo te sientes en control y actúas de forma más productiva. También podrás empezar a ver cómo puedes gestionar mejor tu entorno, quizás pidiendo consejo a algunas personas sobre el mercado laboral, y entonces puede que empieces a buscar algo nuevo.
CUATRO FORMAS DE PRACTICAR LA METACOGNICIÓN
Cuando experimentes una emoción intensa, simplemente observa tus sentimientos como si fueran de otra persona. Por ejemplo, luego de una discusión con tu pareja o un amigo. Siéntate en silencio y piensa en las emociones que experimentas. Observa el enojo como si le estuviera ocurriendo a un tercero. Después, dite a ti mismo: «Yo no soy este. El enojo no me manejará ni tomará mis decisiones por mí». Esto sin duda te calmará y hasta te hará sentir más seguro.
1. Escribe tus emociones.
De hecho, escribir un diario es una de las mejores formas de lograr la metacognición, porque te obliga a traducir los sentimientos incipientes en pensamientos concretos. Esto, a su vez, genera conocimiento y regulación emocional, que te pueden hacer sentir más en control.
Por ejemplo, si tienes que hacer un sinfín de cosas y sientes estrés. Empieza con tu café y haz con calma una lista de las cosas que tienes que hacer, por orden de importancia. Te sentirás mucho más en control, y además probablemente te dará más coraje para decidir qué cosas se hacen hoy, cuáles dejarás para mañana, y cuáles incluso podrías decidir no hacer… nunca.
2. Mantén un catálogo disponible de recuerdos felices.
El estado de ánimo y la memoria se retroalimentan: los malos recuerdos provocan malos sentimientos, que te llevan a reconstruir nuevos malos recuerdos. Sin embargo, si buscas en ti recuerdos más felices, puedes interrumpir este círculo vicioso. Los investigadores han demostrado que pedir a la gente que piense en cosas felices de su pasado puede mejorar su estado de ánimo. ¡Imagínate lo bueno que puede ser si tienes tus mejores recuerdos a mano!
3. Busca sentido y aprendizaje en las partes duras de la vida.
Toda vida contiene auténticos malos recuerdos. No se trata de que construyas un pasado que los borre. Sino de tomar ese dolor y canalizarlo en aprendizaje y progreso dentro de lo posible.
4. Intenta metódicamente ver cómo esos recuerdos dolorosos te ayudan a aprender y crecer.
Los estudiosos han demostrado que cuando las personas reflexionan sobre experiencias difíciles con el objetivo explícito de encontrar un sentido y mejorar, tienden a dar mejores consejos, tomar mejores decisiones y resolver los problemas con mayor eficacia.
En tu diario, reserva una sección para las experiencias dolorosas. Deja dos líneas debajo de cada entrada. Al cabo de un mes, vuelve al diario y escribe en la primera línea en blanco lo que has aprendido de esa mala experiencia. Intenta, luego de seis meses, rellenar la segunda línea con algo positivo. Te sorprenderá cómo este ejercicio cambia tu perspectiva del pasado.
Por ejemplo, imagina que eres despedido. Lo normal es que estés decepcionado y dolido. Te proponemos lo siguiente: anota en tu diario «No me han ascendido», con la fecha. vuelve a escribirlo y anota algo constructivo que hayas aprendido luego de un mes, como «Después de dos semanas me he sentido mejor”. En seis meses, vuelve y anota algo beneficioso, como: «Empecé a buscar trabajo, y encontré uno que me gusta más».
Cuando se trata de nuestras emociones, sin duda tenemos más poder del que pensamos. No es necesario esperar a que el día mejore ni tenerle miedo a las emociones negativas. Eso hará imposible que nos sintamos felices. La manera en que nuestras emociones nos afectan y nuestra reacción antes ella puede ser nuestra decisión; puedes tomar el control, ¡atrévete a hacerlo!
Por Equipo Espacio Mutuo
Mutual de Seguridad