¿Por qué decir “garabatos” puede hacernos sentir más fuertes?
Aunque a la mayoría de nosotros nuestros padres nos enseñaron (o al menos lo intentaron) a no usar lenguaje profano, la simple realidad es que la mayoría de las personas lo hace (incluidos nuestros padres).
Las palabras tabúes están entretejidas en nuestro idioma como pequeñas bombas traviesas… y es mejor evitarlas. Pero una creciente colección de investigaciones muestra que el lenguaje soez puede ofrecer algunos beneficios sorprendentes.
Socialmente, se ha demostrado que usar palabrotas aumenta la eficacia y la capacidad de persuasión de un orador. Las blasfemias también pueden hacer que las personas parezcan más genuinas y confiables.
MALDECIR ANTE EJERICIOS DE RESISTENCIA
Aún más intrigante, el lenguaje grosero también puede brindar beneficios físicos. A lo largo de numerosos estudios, Richard Stephens, profesor titular de psicología en la Universidad de Keele, en Inglaterra, demostró que los garabatos atenúan la percepción del dolor físico y aumentan la fuerza.
En sus experimentos, que se han replicado en numerosas ocasiones, la universidad pidió a los sujetos que sumergieran sus manos en agua helada durante el mayor tiempo posible mientras repetían una palabrota, una palabra neutral o una palabrota inventada. En los casos en que los participantes usaron malas palabras reales, pudieron mantener las manos sumergidas durante aproximadamente un 33% más e informaron que les tomó más tiempo sentir dolor. Curiosamente, las palabrotas inventadas no lograron producir un efecto analgésico.
Keele también ha hecho que los sujetos pedaleen lo más fuerte que puedan, mantengan una posición de flexión de brazos hasta el agotamiento o aprieten un dinamómetro de mano con la mayor fuerza posible para medir la fuerza de agarre, nuevamente mientras repiten una palabrota o una palabra neutral con voz tranquila. Maldecir aumentó constantemente el rendimiento físico en todos estos desafíos entre un 5% y un 10%.
LA FUERZA DE LO PROHIBIDO
Entonces, ¿por qué las blasfemias aumentan la capacidad física? La explicación obvia, que Stephens exploró inicialmente, es que usar lenguaje “inapropiado” genera un estado de excitación, quizás debido a su naturaleza culturalmente tabú. Por desgracia, no vio ninguna activación cardiovascular o del sistema nervioso medible cuando los sujetos maldecían, sin cambios claros en la frecuencia cardíaca, la conductancia de la piel o la presión arterial.
En cambio, la respuesta podría ser psicológica. “Puede ser que nos distraigamos cuando maldecimos, lo que disminuye nuestra percepción del dolor”, escribió Stephens en un artículo de opinión reciente junto con el profesor asociado de la Universidad de Samford en Estados Unidos, Nick Washmuth. «Es posible que la distracción inducida por palabrotas haya producido un rendimiento mejorado durante las tareas [de ciclismo] y de agarre, lo que hace que sea más tolerable pedalear rápido y producir fuerza al agarrar».
Tal distracción podría estar mediada por un efecto desinhibidor. Por lo general, se desaconseja usar garabatos, pero lo cierto es que hacerlo puede ser psicológicamente liberador, permitiéndonos subconscientemente superar las barreras fisiológicas arraigadas. Al fin y al cabo, cualquier deportista sabe que el cansancio físico existe tanto en el cerebro como en el cuerpo.
UN MAL HABLADO CAMINO AL ÉXITO
¿Interesado en tratar de usar las blasfemias a tu favor en tus propias proezas físicas? Stephens recientemente ofreció algunos consejos.
“Se recomienda usar una mala palabra que usarías en respuesta a golpearte la cabeza accidentalmente. Si no se te ocurren palabrotas claras, la palabra con “M” y la palabra con “P” son las dos palabrotas más comunes y fueron utilizadas por muchos de los sujetos en la investigación que muestra los efectos positivos de las palabrotas”, escribió con Washmuth.
El dúo incluso sugirió que los fisioterapeutas podrían recomendar maldecir a sus pacientes mientras superan las barreras físicas y mentales en el camino hacia la recuperación de una lesión, aunque advirtieron que esta técnica no convencional solo debe intentarse en situaciones en las que el médico y el cliente tienen una relación sólida. Maldecir, después de todo, a menudo se considera de mala educación.
Por Equipo Espacio Mutuo
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