5 lecciones para NO olvidar una vez que acabe la pandemia

por | Jun 15, 2020 | Espacios de Reflexión

Una buena manera de pasar el tiempo en estos días de aislamiento es comenzar a imaginar cómo será el mundo una vez que superemos la crisis sanitaria. Si bien ya sabemos que la “normalidad” de la vuelta será distinta a la que conocíamos, es un momento perfecto para plantearnos cómo nos gustaría vivir el resto de nuestras vidas. 

Pensar en el futuro – en uno mejor – puede darte la esperanza y motivación suficiente para superar cada nuevo día de cuarentena, en el presente. Además, tiempo de reflexión hay de sobra. Así que hazte la pregunta: ¿Qué he aprendido durante esta pandemia que valdrá la pena recordar cuando todo haya terminado?

1. ESTAR CON OTROS ES LA CLAVE DE LA FELICIDAD

Ya lo decía Christopher McCandless, el famoso senderista estadounidense que inspiró la película de 2007, Hacia rutas salvajes (“Into the Wild”): “La felicidad es real sólo cuando es compartida”. 

Sin intención de faltarle el respeto a Zoom y las múltiples plataformas que nos han permitido mantener el contacto con nuestros seres queridos, una videollamada jamás reemplazará el contacto frente a frente con nuestros amigos y familiares. 

Las redes sociales no siempre nos unen a los demás – las vidas que los usuarios publican son cuidadosamente fabricadas e irreales, dejando muy poco espacio para la vulnerabilidad. 

Las videollamadas representan una importante mejora, pero por más que veamos rostros y podamos hablar en tiempo real, el lenguaje corporal y, por lo tanto, los sentimientos de la otra persona continúan siendo difíciles de leer. A su vez, está científicamente estudiado que los seres humanos necesitan del contacto físico con los demás, algo que ninguna tecnología nos puede ofrecer (…aún). 

Cuando termine la pandemia, sería importante recordar lo mucho que extrañábamos el contacto con los demás – y apreciar aún más las oportunidades de reunión que tenemos. Hazte el tiempo para estar con la gente que amas, expresa tu cariño más a menudo, esfuérzate por mantener el contacto con quienes están lejos. 

2. REDUCIR EL ESTRÉS ES BUENO PARA TODOS 

No te vamos a negar que, efectivamente, existen numerosas razones para estresarse durante una pandemia. El riesgo de perder el trabajo, contagiarse o incluso contagiar a alguien más… la preocupación y la ansiedad son entendibles. 

Considerando que los mecanismos que antes utilizábamos para lidiar con el estrés, como salir con amigos o ir al gimnasio, ya no son opciones viables, y que además las noticias nos inundan con cifras alarmistas y escenarios terroríficos, la incertidumbre es una constante de cada jornada. 

Estar en un estado constante de alerta alta no es bueno para nuestras mentes ni cuerpos, ni tampoco para quienes nos rodean. El contagio emocional es real, lo que significa que alimentar nuestro propio estrés y miedo también afecta a los demás. Quienes están cumpliendo la cuarentena con familia o compañeros de piso, quizás ya habían percibido que los estados de ánimo se alimentan el uno del otro. 

Por suerte, todo tiene un lado positivo: muchas personas se han visto en la obligación de probar nuevas formas de controlar su estrés. Ya sea finalmente aprender a meditar, llevar un diario de vida, aprender a tocar un instrumento o comenzar a pintar en el tiempo libre son estrategias sanas y efectivas para despejar la mente, y lo seguirán siendo incluso cuando se levanten las restricciones sanitarias. 

Gracias a la pandemia, muchas personas descubrieron también la mejor estrategia para combatir la ansiedad: ayudar a quienes más lo necesitan. ¡Quién lo diría! Centrar tu atención en los demás reduce tu propia preocupación y estrés, aprendizaje que deberíamos recordar en la “nueva normalidad”. Ayudar a otros no solo nos mantendrá cuerdos, sino que también ayudará a la recuperación de todos los afectados por la pandemia.

3. LA GRATITUD SÍ IMPORTA

Es bastante obvio que debemos estar agradecidos con la primera línea de trabajadores y trabajadoras esenciales durante este tiempo. Los proveedores de alimentos, los trabajadores de la salud, los repartidores y los paramédicos han asumido riesgos para sí mismos en beneficio de todos los demás.

¿Podremos alguna vez pagarles por su servicio? La respuesta es sí: mostrando un poco de gratitud y pagando la amabilidad de ahora en adelante.

Antes de la pandemia, la mayoría de nosotros probablemente no pensábamos 2 veces acerca de los trabajadores que cumplen estas funciones. Ahora que están en el radar, ha sido conmovedor ver ciudadanos agradecidos que muestran su aprecio abiertamente al hacer carteles, aplaudir o cantar desde sus ventanas por la noche, dejar comidas gratis y dar propinas generosas a los y las empleadas en servicio. Incluso sólo decir «gracias» puede contribuir en gran medida a construir buena voluntad. Sin embargo, la gratitud no es algo que debería limitarse sólo a estos héroes, ni mucho menos sólo durante estos tiempos de crisis. 

El primer paso es agradecer a todas las personas y cosas que hacen nuestra vida más fácil y más feliz. Mostrar gratitud no sólo se siente bien, sino que fomenta más amabilidad y generosidad tanto en quienes la reciben como en cualquier testigo, creando un ciclo virtuoso. Y, dado que la sincera gratitud es un pegamento social de primer orden tanto en las relaciones personales como en la sociedad en general, ofrecerla ayuda a construir una sociedad más amable y más compasiva, algo que todos debemos tener en cuenta.

4. NECESITAMOS MUCHO MENOS DE LO QUE CREEMOS

Ahora que es imposible pasear por el mall, ir a la peluquería o pasar por la tienda para comprar sólo un ingrediente… se hace evidente cómo ninguna de esas cosas es realmente necesaria para sobrevivir. 

Está bastante claro que no necesitamos tantas comodidades como a las que nos hemos acostumbrado. Los elementos básicos (alimentos, agua limpia y buena salud, por ejemplo) son mucho más importantes que hacerse una manicura o comprar el celular más nuevo. Dado que muchos de estos artículos y actividades de consumo perjudican la salud del planeta, tiene sentido repensar nuestras prioridades y considerar omitir algunas, para así permitir que todos tengan lo básico para vivir.  

Afortunadamente, nuestro bienestar no depende de productos de consumo. Estudios han descubierto que la amabilidad y la generosidad nos hacen más felices que consentirnos o comprarnos cosas. Puede ser difícil de creer pero, de hecho, los investigadores a menudo demuestran que las personas subestiman los impactos que ayudar a los demás tiene sobre su felicidad.

Pero es cierto: una sociedad donde la felicidad se alcanza a través de la solidaridad, en lugar  del consumo y el materialismo, representaría un alivio para la salud del planeta – y la de nosotros, sus habitantes. 

5. SOMOS MÁS FUERTES CUANDO ESTAMOS JUNTOS 

A medida que las comunidades de todo el mundo controlan la pandemia, una cosa que todos hemos aprendido es que la cooperación es importante. Sólo a través del esfuerzo grupal podemos hacer algo para marcar la diferencia en la trayectoria de una amenaza mundial.

Por supuesto, el sufrimiento durante este tiempo nos ha demostrado que todavía hay mucho por corregir. No todos tienen buena salud o atención médica, y muchas personas viven al borde de la pobreza. Algunas personas se han visto obligadas a ir a trabajar a pesar de los riesgos, y otras mueren a tasas más altas que la población general debido a un largo historial de discriminación. Esto es inaceptable y debe cambiarse. Si la pandemia ha abierto nuevos ojos a estas desigualdades, entonces hay más probabilidades de que sean parte del cambio. 

Ver cuán dispuestas estaban las personas a cooperar con medidas drásticas para el bien de todos es una señal esperanzadora. No es fácil convencer a tantas personas de seguir una dirección, especialmente cuando tienen que sacrificar algunas de sus libertades personales para hacerlo. Pero trabajar juntos por el bien común nos ha ayudado a combatir la pandemia, y podría ser un buen augurio para resolver otros problemas mundiales que requieren cooperación: la pobreza, el hambre, la violencia racial y los desastres climáticos.

Esta última es, quizás, la lección más importante de todas – aquella que es imprescindible recordar en el futuro, cuando sea hora de reconstruir nuestras vidas de nuevo. 

Tener en cuenta nuestra humanidad común y nuestro sentido de interconexión es algo muy poderoso. Si también recordamos la importancia de nuestras relaciones, el espíritu de resiliencia, la gratitud y la capacidad de vivir con menos, podemos avanzar en nuestras vidas con un renovado sentido de propósito, dispuestos a abordar algunos de nuestros problemas más difíciles. ¿Podría ser que la acción colectiva y la compasión sean las claves para crear un mejor futuro para todos nosotros? No lo dudo ni por un momento.

Por Equipo Espacio Mutuo

Mutual de Seguridad

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