5 nuevos hábitos mentales para construir una mejor normalidad después de la pandemia
Con el fin de la pandemia en un horizonte cada vez más cercano, todo el mundo sueña con volver a la normalidad – o a una normalidad que se parezca lo más posible a lo que conocíamos antes del Coronavirus.
Pero… ¿y si en lugar de volver a nuestra vida de antes estableciéramos nuevas normas personales y sociales, más justas, equitativas y balanceadas? Jamil Zaki, psicólogo de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, cree que éste es el momento perfecto para “reiniciar” nuestras expectativas de la sociedad que queremos.
UN NUEVO CAMINO
Zaki cree en una clave de la psicología denominada “crecimiento a través de la adversidad”, la cual será esencial para definir cómo podría verse nuestra “nueva normalidad”: en lugar de resiliencia -que se trata de recuperarse del desastre, sin cambios, el crecimiento a través de la adversidad se trata de aprender de las dificultades y concentrarse en lo que importa.
“La resiliencia es mantener el rumbo durante la tormenta. El crecimiento se trata de trazar un nuevo camino”, explica Zaki. Para el experto, incluso antes de que la pandemia cambiara nuestras vidas, gran parte de lo que se consideraba normal en la sociedad era profundamente problemático: la gente había informado que se sentía más sola y aislada que nunca. La desigualdad económica entre ricos y pobres se ha disparado a un ritmo alarmante. Y las profundas disparidades raciales han estropeado todo, desde el empleo hasta la salud y la vivienda.
La pandemia no creó estos problemas –en algunos casos simplemente los expuso; en otros, los exacerbó. “Una normalidad más poderosa utiliza la adversidad por la que estamos atravesando ahora como un espejo, uno que puede aclarar lo que hemos estado descuidando desde hace años”, dice Zaki.
EMPATÍA, CONTRA VIENTO Y MAREA
El crecimiento a través de la adversidad no significa que la gente deba estar agradecida por haber experimentado un trauma, enfatiza Zaki. Más bien, la dificultad y el dolor que experimentan las personas pueden ser una oportunidad para reafirmar valores y creencias fundamentales. “Si un edificio es derribado por un terremoto, no lo reconstruimos exactamente igual que antes”, dice. “Lo volvemos a construir mejor”.
En definitiva, reconstruir mejor significa utilizar toda la empatía que desenterró la pandemia: esa capacidad de las personas para compartir, pensar y preocuparse por los sentimientos de los demás. La empatía no es un rasgo fijo –es una habilidad que puede crecer y expandirse a través de la experiencia.
Y, para bien o para mal, diversas investigaciones señalan que los desastres son el momento perfecto para el surgimiento de la compasión y el cuidado. “Después de las catástrofes, las personas se unen para encontrar formas de ayudar y consolar a extraños. Al sufrir juntos, desarrollan un sentido de identidad, propósito y solidaridad compartidos”, explica Zaki.
Al igual que en los tsunamis, terremotos, tornados, guerras y ataques terroristas, la crisis del COVID-19 ha demostrado que, en medio de las inmensas dificultades y sufrimientos, aún existe una bondad increíble entre las personas. “Durante los desastres, la gente se da cuenta de lo mucho que se necesitan y quieren ayudarse unos a otros”, dice el psicólogo.
NO TE SORPRENDAS
Sin embargo, después de que el desastre ocurre y las personas regresan a su vida cotidiana, muchas veces tienden a olvidarse de la comunidad a la que tanto cuidaban. En lugar de que la empatía desaparezca a medida que volvamos a la normalidad, ¿por qué no usarla para definir una nueva?
“Una forma de honrar y extender este comportamiento positivo aprendido en pandemia es dejar de sorprenderse por él y normalizarlo: hay que darse cuenta de que la pro-socialidad es común y, por lo tanto, hay que esperarla y exigirla de los demás –y de nosotros mismos”, indica Zaki.
En un mundo posterior al COVID-19, eso podría significar convertir el servicio comunitario en una rutina: desde conectarse con miembros de la familia más alejados, cambiar de carrera a un trabajo más satisfactorio o trabajar desde casa para pasar más tiempo con la familia. O también podría ser algo más simple, como recordar todos los actos de bondad que se desarrollaron durante el año pasado y reflexionar sobre lo que revelan sobre nuestra sociedad.
CULTIVA TU CRECIMIENTO
Cultivar el crecimiento a través de la adversidad consiste en establecer nuevos hábitos mentales. En lugar de grandes y grandiosos gestos, los hábitos mentales implican acciones cotidianas más pequeñas que, en resumen, pueden conducir a una vida más feliz y conectada con el tiempo. Zaki sugiere incorporar estas 5 prácticas en nuestras rutinas diarias:
1. Haz una pausa antes de juzgar a las personas que son diferentes a ti. En lugar de concentrarse sólo en opiniones o acciones con las que no estás de acuerdo, intenta sentir curiosidad por las historias de otras personas y las formas en que sus experiencias podrían no ser tan diferentes de las suyas.
2. Haz más preguntas. A menudo “imaginamos la perspectiva”: pensamos en cómo nos sentiríamos en la situación de otra persona. Y aunque pueda estar bien intencionado, puede llevarnos por mal camino cuando asumimos que sus reacciones se parecerían a las nuestras. En lugar de imaginar nuestro camino hacia la empatía, Zaki sugiere intentar “obtener la perspectiva”: es decir, preguntar directamente a los demás por lo que están pasando.
3. Incorpora amabilidad a tu rutina. Cada día o semana, asegúrate de gastar tiempo, energía o posiblemente un poco de dinero en otra persona. Podría ser algo tan simple como comprarle a una persona un café o un almuerzo (remoto, por ahora), ayudarla con un trámite o simplemente escucharla.
4. Aprovecha la tecnología para hacer el bien. Por ejemplo, comunícate con un amigo en las redes sociales que veas o sepas que tiene dificultades, y envíale un mensaje para verificar si está bien.
5. Recuerda que la bondad comienza en casa. Cuando estés pasándolo mal, muestra gracia y autocompasión, y considera abrirte a los demás. La vulnerabilidad puede parecer difícil, pero también puede hacer espacio para conectarse con otros sobre el sufrimiento compartido en tiempos difíciles.
Y AHORA… CULTIVEMOS LA EMPATÍA COMO SOCIEDAD
Si bien el crecimiento a través de la adversidad puede ser profundamente personal, también se puede aplicar a nivel social para hacer del mundo un lugar mejor. “Una mejor normalidad también significa estructuras sociales más compasivas”, dice Zaki.
Los cambios pueden adoptar diversas formas. Por ejemplo, proporcionar un salario digno y protección adecuada a los y las trabajadoras esenciales –los “héroes” de la pandemia. U ofrecer mejores políticas de cuidado infantil a las madres trabajadoras que experimentaron obstáculos en el lugar de trabajo, mucho antes de que la pandemia les impusiera responsabilidades adicionales.
“Estos problemas han estado ahí durante muchísimo tiempo. Este momento de dolor puede ayudarnos a verlos con más claridad, convertir esa claridad en impulso y, finalmente, hacer algo al respecto”, dijo el experto. Ya es hora de que esta terrible experiencia nos sirva de algo. ¿Qué esperas para generar un cambio?
Por Equipo Espacio Mutuo
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