La cultura del error o el arte de gestionar

por | Jul 4, 2022 | Espacios de Reflexión

Una colaboración de Universidad Autónoma de Chile

Para Espacio Mutuo

Artículo preparado por Sergio Urbina S. Director Escuela de Postgrados de Alta Dirección Universidad Autónoma de Chile

Uno de nuestros mayores miedos es a fracasar. Pero errare humanum est. Lo esencial es aprender de ello y corregir. No se trata de promover la equivocación sino de comprender que es intrínseca a la naturaleza humana, clave para mejorar y crecer como persona. Y como organización.

El experto estadounidense en liderazgo John C. Maxwell, dijo que los errores no son fracasos sino señal de que lo estamos intentando.

Pero ¿qué significa error? Es algo equivocado o desacertado; una acción, un concepto o una cosa que no se realizó de manera correcta. En general, es todo juicio o valoración que contraviene el criterio que se reconoce como válido en el campo o entorno cultural al que se refiere el juicio. 

Acotando esta definición a una organización como un todo, es necesario observar la propia cultura corporativa o empresarial: el conjunto de creencias, valores, costumbres, conductas y prácticas que le imprimen una personalidad que la diferencia de otra y que se refleja en cómo las personas desarrollan sus tareas e interactúan entre ellas y con su entorno (clientes, proveedores y sociedad en general, por ejemplo).

¿Cómo en una cultura determinada las personas y los equipos se mueven, actúan y reaccionan frente al error de otro u otros?

Generalmente hay una forma de castigo que va desde la censura moral hasta una sanción directa. Qué duda cabe que eso frustra, desmotiva, genera ansiedad e inseguridad y, lo que es peor, inhibe la creatividad y la innovación por temor a una nueva sanción. Por el contrario, cuando esa cultura incentiva el trabajo en equipo y promueve la inteligencia grupal, el error o equivocación se transforma en una oportunidad de mejora, crecimiento y desarrollo colectivo; las personas adquieren autoconfianza, autocrítica, proactividad, capacidad resolutiva y, por tanto, se atreven a liderar desafíos o ser parte de ellos. 

Es en las culturas abiertas y orientadas hacia la innovación donde surge la confianza mutua como valor, donde se generan espacios colaborativos, construcción de equipos de alto rendimiento, libertad para crear y un lugar donde el error no es tema sino parte de un proceso natural de gestión.

Son la base de organizaciones que tienen un mejor clima, mayor productividad, atracción y retención del talento, mentes inquietas, motivadas y creativas, una reputación empresarial sólida y muchos otros atributos que permiten proyectar su sostenibilidad. 

A propósito de aprendizaje, cuando en la Escuela de Postgrados de Alta Dirección estructuramos los magísteres y constituimos el cuerpo académico, nos enfocamos en que todo docente además de cumplir con los requisitos que cada programa exige, esté en condiciones de enseñar “lo que vive, sufre y duele” desde su posición de empresario, directivo, consultor o académico. Porque parte significativa del aprendizaje no proviene de la capacidad de memorizar contenidos, sino de lo que hemos aprendido de nuestros errores.

La historia nos muestra a grandes genios como Charles Darwin, Alexander Fleming y Albert Einstein -o Steve Jobs y Bill Gates en épocas recientes- cuyos errores en sus procesos de investigación concluyeron en algunos de los hallazgos científicos y tecnológicos más importantes para la humanidad

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