Recalculando la ruta: 4 consejos para orientarse en una crisis
Caminas por la calle con un mapa indicando la dirección y te das cuenta de que confundiste el norte con el sur, arriba con abajo… y no te queda más que volver tres cuadras sobre tus pasos.
O peor: Manejas por la ciudad después del trabajo, en hora punta y te percatas de que doblaste en una calle equivocada. Sucede todo el tiempo. Podría, la voz de las indicaciones, insultarte y enojarse contigo por la falta de atención. Sin embargo, opta por el modo más sano de resolverlo: simplemente dice “recalculando” y busca un camino de retorno.
En este momento, todos estamos siendo forzados a recalcular: de pronto hemos perdido el empleo, tenemos deudas, una situación familiar delicada, la muerte de un ser querido, o bien, el fuego que azotó la Quinta Región y que impactó nuestra realidad. La vida da vueltas constantemente, y es natural sentirse perdido en los momentos de incertidumbre de hoy.
Ante la adversidad, existe la opción de perderse en el miedo, la ira y la desesperación. Pero también, está la posibilidad de respirar y recalcular nuestro camino de regreso hacia la alegría.
En su artículo para TED, Ingrid Fetell Lee comparte algunas formas para sortear las dificultades con un cambio de mentalidad:
1. TRÁTATE BIEN, SÉ AMABLE CONTIGO MISMO
El GPS no te culpa. No cuestiona tu inteligencia. No te pregunta cómo puedes cometer el mismo error una y otra vez. Simplemente comienza suavemente el proceso de recalcular.
En momentos de crisis, a veces convertimos la dureza del mundo en nosotros mismos. Esto puede tomar la forma de autoflagelación («Soy tan estúpido. Debería haberme preparado mejor»), arrepentimiento («Si tan solo no hubiera…»), o privación («No merezco sentirme bien mientras otros están sufriendo»).
Pero cuando hacemos esto, nos resulta más difícil recuperarnos. El arrepentimiento y la recriminación desvían nuestra atención al pasado. En lugar de aprender algo y avanzar, nos mantienen atrapados reviviendo nuestros fracasos.
Como adultos, es posible que no tengamos a nadie que cuide de nosotros en medio de esta crisis. Pero al ser amables con nosotros mismos, podemos convertirnos en nuestros propios cuidadores. Esto comienza con cómo nos hablamos a nosotros mismos.
Trátate bien. Puede ayudar decirte cosas como: «Estás sufriendo. Relájate. Respira». Imagina que estás hablando con un amigo cercano o un niño. ¿Cuánto más amable serías con ellos?
No se trata solo de tu mente, tu cuerpo también importa. Si te has estado obligando a sentarte en una silla dura trabajando todo el día, levántate y ve a buscar un cojín. Duerme un poco más, toma una siesta, come algo rico o hazte una rutina especial de ducha. Busca la suavidad en tu ropa para sentirte arropado. Resiste la tentación de privarte de disfrutar.
2. ACEPTA QUE ESTÁS PERDIDO
Dilo en voz alta: «Me siento perdido».
Cuando luchamos contra la idea de estar perdidos, no podemos hacer nada al respecto. No podemos recalcular la ruta si alguna parte de nosotros cree que todavía estamos en el camino (sabes esto si alguna vez has estado físicamente perdido).
Pero cuando aceptamos que estamos perdidos, pasamos de “saber” a “escuchar”. Dejamos de movernos por un momento y hacemos el inventario de dónde estamos. Abrimos nuestros sentidos y nos reconectamos con la sabiduría de nuestra intuición. Respirar y buscar la cordillera para orientarnos en la ciudad, o, si estás en la naturaleza, buscar dónde está creciendo el musgo en los árboles o la posición del sol.
Podría significar preguntarnos, ¿cuál creo que es la salida? En la vida, esto podría significar hacer esto en un sentido metafórico: buscar los marcadores que definen el nuevo paisaje en el que has terminado y que podrían indicar en qué dirección quieres moverte.
En este estado receptivo, estamos mucho más alerta a las opciones y oportunidades. Mientras luchar por estar perdido nos atasca, la aceptación a menudo es un gatillador rápido de razonamiento para que vuelva a la acción.
3. CONSTRUYE UN REFUGIO
A las personas nos gusta sentirnos en control y en equilibrio, y no hay nada como una crisis para hacernos sentir que no tenemos ninguno. Pero enfocarnos en nuestro entorno inmediato puede ayudarnos a recuperar algo de equilibrio. Organizar tu despensa o enderezar tus estanterías de libros, son cosas que pueden ayudar a que un hogar se sienta más simétrico y sólido, un refugio.
También puedes animarte a llevar algo de armonía u orden a tu tiempo libre. Los estudios han demostrado que pintar mandalas reduce el estrés, y que jugar Tetris puede servir para reducir la incidencia de recuerdos entre las personas que sufren de trastorno de estrés postraumático.
Lo que los mandalas y el Tetris tienen en común es que imponen orden en una situación desordenada. Sabemos por una variedad de investigaciones que el desorden físico en los entornos puede llevar a comportamientos antisociales que van desde arrojar basura hasta vandalismo, y que los vecindarios con alto desorden están asociados con un aumento de la depresión y la ansiedad. Entonces, imponer orden, ya sea en el mundo físico o en el virtual, parece ser una forma de recuperar un poco de estabilidad.
4. ROMPE TUS BUCLES DE PREOCUPACIÓN
Uno de los problemas con las situaciones de crisis es que tienden a crear bucles de preocupación en nuestras mentes. Así se generan ciclos de ansiedad, que ocupan nuestros pensamientos y hacen girar las mismas preocupaciones que intentamos examinar desde todos los ángulos. Los bucles de preocupación son increíblemente agotadores, y también son contraproducentes, porque en lugar de acción, tienden a mantenernos atrapados en fantasías de desastre.
¿CÓMO ROMPERLOS?
Exponte a la naturaleza. Estar en la naturaleza silencia una parte del cerebro, la corteza prefrontal subgenual, que tiende a rumiar y preocuparse por los problemas. Si tienes acceso seguro al aire libre, ve allí y pasa un tiempo sentado o caminando en silencio.
Si no puedes, busca una simulación: hay una amplia oferta de series y documentales de naturaleza (Our Planet, por ejemplo). Puedes reproducir cantos de pájaros que alivian la tensión y la ansiedad. Pon plantas de interior en los espacios donde pasas más tiempo.
Otra cosa que puede ayudar es el juego, porque es una actividad absorbente, que nos lleva al presente y nos hace olvidar brevemente nuestros problemas. Sacar un juego de mesa, jugar Twister, o incluso a la olla pueden ser ideas fantásticas ya que son actividades que proporcionan una forma de calma que va más allá del alivio momentáneo.
Es importante aceptar que la vida da vueltas y que ciertamente hay cosas que pueden afectarnos sin siquiera experimentarlas materialmente; quizá no sufriste en primera persona el fuego de los incendios, no estás en Gaza ni en Ucrania, pero la sola información sobre dichos eventos puede ser abrumadora. No debes castigarte por eso. Tampoco si estas en alguna crisis personal. Es razonable estar desorientado. La necesidad de recalcular no es una debilidad, sino una fortaleza, que puede ayudarnos a salir de una crisis más fortalecidos de lo que entramos en ella. Y tal vez, dirigirnos en una dirección mejor de la que estábamos antes.
Por Equipo Espacio Mutuo
Mutual de Seguridad