Tienes en ti un poder que estás desperdiciando: anímate a dar más cumplidos
Cuando el reconocido escritor Mark Twain conoció a la Emperatriz de Alemania, ésta lo felicitó por sus maravillosos libros. Ante las felicitaciones reales, Twain respondió: “El cumplido es uno de los dones humanos más especiales de todos, al igual que su entrega hacia otra persona”.
Quizás no seamos capaces de expresarnos tan elegantemente como él, pero, sin duda, todos y todas identificamos el sentimiento: recibir un cumplido sincero y elocuente se siente tan bien como un regalo sorpresa.
“Los cumplidos son la forma más fácil de hacer que otras personas -y, por ende, nosotros mismos- se sientan mejor”, dice Nicholas Epley, profesor de Ciencias del Comportamiento en la Universidad de Chicago, Estados Unidos. “Pero cuando se nos ocurre un pensamiento amable, rara vez lo decimos”, lamenta.
El temor de que nuestras palabras sean malinterpretadas nos limita; después de todo, nadie quiere sonar torpe, condescendiente o adulador. Sin embargo, nuevos estudios en el área de la psicología demuestran que todas esas aprehensiones no tienen fundamento.
Y las buenas noticias no terminan ahí: al dejar de lado la incomodidad que sentimos al dar y recibir cumplidos, podemos gozar de mejores relaciones con nuestros amigos, familiares y colegas. ¿Sabes cómo usar ese poder?
LA REGLA DE LA RECIPROCIDAD
Las primeras investigaciones respecto al poder de los cumplidos se basaban principalmente en su capacidad de persuasión. En un memorable estudio de 2010, Naomi Grant, profesora asociada de psicología en la Universidad Mount Royal en Calgary, Canadá, invitó a los participantes a ser parte de un “análisis sobre la formación de impresiones”. Mientras los individuos completaban un cuestionario bastante aburrido, un actor -que se hacía pasar por estudiante- entabló una conversación, la cual incluía halagar casualmente la ropa del participante. Después de un poco más de charla tranquila, el actor mencionó que estaban repartiendo volantes para un evento de la universidad, y le preguntó al participante si le gustaría ayudar a repartirlos.
El efecto de los halagos fue dramático: el 79% de los participantes se ofreció para ayudar con los volantes del evento, en comparación con sólo el 46% de los participantes del grupo de control, quienes no recibieron un cumplido.
Según Grant, esto proviene del sentido de reciprocidad. En general, cuantas más personas crean que un buen acto merece otro, es más probable que sigan un cumplido con una acción útil, como si se tratara de una transacción.
El sentido de reciprocidad también explica por qué la retroalimentación positiva puede ser una herramienta tan poderosa en el trabajo. Un estudio de la Universidad de Duke en Estados Unidos mostró que los elogios verbales eran más efectivos para aumentar la productividad que las bonificaciones en efectivo. “La gente generalmente no se da cuenta de que algo tan pequeño puede tener un impacto tan grande”, explica Vanessa Bohns, profesora de psicología social en la Universidad de Cornell, en Estados Unidos.
¡NO DESPERDICIES TU PODER!
Lamentablemente, la propia investigación de Bohns demuestra lo poco que apreciamos el poder de nuestras palabras.
En conjunto con Erica Boothby de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos, Bohns pidió a los participantes que fueran a un lugar asignado en el campus y que hicieran un pequeño cumplido a un extraño al azar. Para verificar sus prejuicios, los participantes primero tenían que estimar qué tan complacida, halagada o incómoda se sentiría la persona al recibir el elogio. Después de entregar el halago, debían entregarle al destinatario una breve encuesta en la que se les preguntaba cómo se habían sentido realmente al recibir el cumplido.
A través de numerosos experimentos, los investigadores encontraron que los participantes subestimaron significativamente lo feliz que sería la otra persona al escuchar los elogios, y sobreestimaron significativamente cuán vergonzoso resultaría la conversación. “Sentían que esta interacción iba a ser muy incómoda y que serían un poco torpes en su presentación”, dice Bohns. Pero el intercambio real fue mucho más agradable.
El nerviosismo no ocurre sólo con desconocidos. Xuan Zhao, psicólogo de la Universidad de Stanford en Estados Unidos, profundizó aún más en la hipótesis y descubrió que, al momento de halagar a alguien conocido, las personas son igual de reticentes. El estudio encontró que estos temores surgen de las percepciones de los participantes sobre sus propias habilidades sociales: les preocupa no articular el cumplido correctamente, dar el tono equivocado o que “suene mal”. “Resulta que al destinatario le importa un comino”, dice Epley. “Sólo les importa lo agradable o amable que sea el cumplido”.
“Se trata de hacer que la otra persona se sienta vista”, dice Zhao.
SATISFACCIÓN GARANTIZADA
Por supuesto, está el peligro de que exageres. Si elogias a tu amigo, familiar o colega en exceso, es probable que se aburran o que lo consideren un tanto… empalagoso.
Pero esa reacción es muchísimo menos probable de lo que crees.
En otro estudio de Zhao y Epley, nuevamente reclutaron parejas de participantes que ya se conocían. A un miembro de cada pareja se le pidió 5 cumplidos distintos para su compañero o compañera. Los investigadores fueron entregando estos cumplidos al destinatario durante la semana siguiente –poco a poco, uno al día. El placer de los destinatarios al escuchar los halagos no disminuyó en el transcurso de la semana. “Simplemente se sentían muy bien, todos los días”, explica Epley.
Por supuesto, el contexto es crucial: claramente, no es apropiado elogiar la apariencia de alguien si existe el riesgo de que lo estés objetivando. “La regla es sólo dar cumplidos que realmente transmiten el valor social de alguien”, dice la científica. Eso podría significar felicitar a alguien por una presentación o por la manera en que manejaron a un cliente difícil.
Si tienes un pensamiento amable que denota un respeto genuino por la otra persona, el mensaje de la investigación científica es claro: compártelo. Contrario a lo que creía Twain, el escritor, no necesitas ningún don excepcional para demostrar tu aprecio por las mejores cualidades de alguien. “No cuesta nada”, dice Zhao. “Es una forma realmente eficaz de hacer que otras personas se sientan felices”. ¿Qué esperas para poner en práctica tu superpoder?
Por Equipo Espacio Mutuo
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