

Salud Laboral: un todo integrado

Por: Felipe Bunster Echenique, Gerente General de Mutual de Seguridad
En los últimos años, y con aún más fuerza en las últimas semanas, se han hecho evidentes los significativos desafíos que tiene el sistema de salud nacional, realidad que nos convoca como Mutual de Seguridad.
Sin embargo, los desafíos del seguro social de accidentes del trabajo y salud laboral, administrado principalmente por las mutualidades, con objetivo y giro único, no son los mismos que el de la salud común. Sí bien en gran medida ambos sistemas operan en forma complementaria, comprender que son distintos es fundamental para abordar, de manera responsable, la discusión pública de potenciales reformas, porque si de algo no podemos tener cuestionamientos es que hay desafíos que debemos abordar en ambos sistemas.
Muy en simple, la salud común abarca el bienestar físico, mental y social de una persona, mientras que la salud laboral circunscribe su ámbito a los trabajadores, su bienestar físico y mental en el contexto laboral. En ese escenario, el sistema de mutualidades ha entregado desde su creación, protección y prestaciones de alto nivel frente a accidentes laborales y enfermedades profesionales. Sin embargo, es indudable que el mundo del trabajo ha cambiado en los casi 60 años de existencia, con nuevos riesgos y necesidades.
La salud laboral es uno de los subsistemas de la Seguridad Social del país que cumple con las premisas básicas que se esperan de este sistema: financiado por cotizaciones de los empleadores, administrado por organizaciones sin fines de lucro (mutualidades e ISL), con cobertura universal y total (sin copago), sin preexistencias y que opera de forma solidaria. En contraste, el sistema de salud común cubre a la población frente a enfermedades no laborales, es financiado por cotizaciones de las personas y aportes estatales, es administrado por Fonasa e Isapres, y proporciona atención de acuerdo con los distintos niveles o planes a los que acceden las personas a partir de su situación económica y/o aportes. Es un sistema en el que, al menos en los aseguradores privados, existen preexistencias y copago.
La salud laboral en Chile se distingue porque opera en base a un sistema integrado, esencial para cumplir con el objetivo planteado en la ley N°16.744, o sea, la prevención de accidentes laborales o enfermedades profesionales. Además, a diferencia de la salud común, la determinación de origen del accidente o enfermedad (calificación) en el sistema laboral está altamente regulado en base a normativas, directrices y la estricta fiscalización por parte de la Superintendencia de Seguridad Social. Esta calificación es realizada por profesionales médicos y en el caso de las enfermedades por un comité médico especializado, bajo estrictos protocolos estandarizados por la autoridad. En nuestra opinión, este proceso garantiza fehacientemente el acceso a beneficios de salud laboral frente al siniestro (accidente o enfermedad que tiene causa directa en el trabajo) y activando un ciclo virtuoso que incluye no solo la prestación médica, sino además una investigación para comprender profundamente las causas y generar cambios a través de buenas prácticas preventivas y prescripciones de medidas de corrección a los empleadores para que se evite la nueva ocurrencia de estos indeseables siniestros, además del eventual impacto en las cotizaciones según la siniestralidad que presente el empleador. Cabe señalar que nuestro Código del Trabajo responsabiliza al empleador por la ocurrencia de un accidente del trabajo, con las sanciones y obligaciones que lo anterior acarrea para las organizaciones de nuestro país.
La integración es una base para evitar incentivos y distorsiones que pueden ser considerados como perversos para este seguro, situación que hemos visto que sucede en la salud común, con ejemplo en casos de licencias médicas emitidas por algunos médicos sin mayor fundamento. Estas situaciones negativas, asociadas a la desintegración de los objetivos, aumentan los costos de las prestaciones y subsidios, haciéndolo menos eficiente, perjudicando principalmente a los usuarios finales, cuando lo que debe primar en ambos sistemas, salud común y salud laboral, es el bienestar de las personas y trabajadores, según corresponda.
Sabemos los cuestionamientos a la Seguridad Social en nuestro país y debemos avanzar día a día a garantizar derechos sociales más robustos, pero tenemos la convicción de esto no significa fragmentar lo que ha funcionado bien con resultados concretos y hechos empíricos. El valor de la discusión actual debiese centrarse justamente en nivelar “hacia arriba”, tomando las buenas experiencias, por ejemplo, de la salud laboral, lo que no quiere decir que este sistema también deba ir generando mejoras y ajustes que solucionen problemas que existen o puedan aparecer, ya que lo importante es reunir lo mejor de ambos sistemas -considerando ante cualquier cambio que se desee implementar en el país- el qué se busca resolver y cómo lograrlo, para que las reformas no solo cumplan con una teoría, ideología o postura política determinada, sino para apuntar a un Chile mejor.
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