Compararse con otros no nos hace felices… es mejor tomar la envidia y transformarla en acción
Compararse con los demás es un atajo para la infelicidad. Ver a otras personas siendo mejores que tú en algo puede hacerte sentir realmente miserable.
Sin embargo, con las herramientas adecuadas, tu envidia puede resultar muy valiosa: si aprendes a tomarla y decodificarla, serás capaz de descubrir aquello que te importa y transformarlo en acción positiva.
¿Pero cómo? Prueba estos 5 simples pasos.
-
ESCUCHA TUS GATILLANTES MÁS FUERTES.
Hace 20 años, mientras esperaba en una fila para comprar café, una joven abogada hojeaba la revista de ex alumnos de su facultad de derecho. Cuando leyó sobre un alumno que era escritor a tiempo completo, su estómago se hundió como un ascensor… pero eso fue lo que llevó a Gretchen Rubin, ahora autora de bestsellers según el New York Times, a seguir una nueva carrera como autora.
Así es: su cambio de carrera no ocurrió debido a una conversación con su jefe o visitas con un entrenador de vida. Sucedió porque sintió una envidia desesperada por la vida de otra persona. La comparación puede enseñarte lo que valoras cuando te ves envidiando a alguien que hace algo que quieres, incluso si no te has permitido quererlo conscientemente.
La autoconciencia puede ayudarte a convertir tus sentimientos en algo útil, por lo que la próxima vez que la envidia asome su cabeza, pregúntate:
- ¿Qué tienen ellos que me hace sentir menos?
- ¿Qué vacío creo que se llenaría al tenerlo?
- ¿Realmente quiero lo que tienen?
- En caso afirmativo, ¿cuánto vale la pena tomar medidas para tratar de obtenerlo por mí mismo?
Cuanto más específicas sean tus respuestas, mejor podrás redirigir tu emoción en acciones y estrategias.
-
QUE TU ENVIDIA NO SE VUELVA MALICIOSA.
La envidia inducida por la comparación puede ser una gran motivación y guía. Pero también nos puede transformar en personas amargadas.
Los psicólogos distinguen entre la envidia benigna, cuando admiramos a alguien y tratamos de emularlo, y la envidia maliciosa, cuando nos disgusta la otra persona por tener lo que queremos. Es la diferencia entre “Tienen un departamento increíble, y es genial cómo lo consiguieron” y «Odio que su casa tenga vistas panorámicas y quiero que sufran». Para ser claros: ambos tipos de envidia son dolorosos. La envidia benigna nos motiva a trabajar más duro para mejorar, mientras que la envidia maliciosa nos vuelve desagradables.
A menudo sentimos envidia maliciosa cuando percibimos escasez. Pero en muchos casos, la capacidad de otra persona para lograr algo es evidencia de que también es posible para nosotros.
Para cambiar tu forma de pensar desde la envidia maliciosa hacia la benigna, prueba estas frases:
- “Estoy inspirado por _____. Tal vez pueda aprender de ellos o pedirles que sean mis mentores”.
- “Yo no he hecho lo que ellos han hecho . . . aún».
- “Cada persona está en su propio viaje. Estoy agradecido por el mío”.
- “Si mis modelos a seguir favoritos dejaran de hacer lo que estaban haciendo, no podría disfrutar de su increíble trabajo”.
-
ELIGE UNA BASE DE COMPARACIÓN MÁS AMPLIA.
En un experimento, los investigadores pidieron a las personas que evaluaran sus habilidades para correr.
Descubrieron que los participantes se comparaban espontáneamente con el mejor corredor que se les ocurría, por lo que no se consideraban tan buenos. Luego, los investigadores pidieron a los participantes que hicieran una lista de los 10 mejores corredores que conocían personalmente. Al reflexionar sobre el séptimo o noveno mejor corredor con el que se habían codeado, la gente de repente se sintió mucho mejor. Compararse con un grupo más amplio disminuyó el enorme abismo entre ellos y lo que consideraban «bueno».
Si ves a un amigo alcanzar un hito personal, es fácil sentir que estás muy atrasado en la vida. Pero si piensas en 10 o 20 de tus conocidos, es probable que muchos estén en el mismo barco que tú, e incluso podrían estar navegando felizmente.
Los psicólogos también encuentran que ampliar tu perspectiva puede ser útil cuando experimentas lo que ellos llaman “intolerancia a la privación”: cuando no obtienes lo que quieres y eso hace que te sumerjas en un pozo de desesperación.
La próxima vez que codicies desesperadamente lo que otra persona tiene, intercambia la pregunta «¿Por qué no tengo eso?» con «¿Tengo suficiente?». Lo más probable es que puedas sobrevivir sin lo que sea que anhelas, y no tenerlo no tiene ningún impacto en tu valor como persona.
-
COMPARA EL DÍA A DÍA.
Hace algunos años, Liz se enteró de que el amigo de un amigo había sido ascendido y pronto lideraría un equipo de 200 personas. Liz estaba abrumada por la envidia. «¿Significan mis celos que debería cambiar todos mis planes?», se preguntó. “¿Me he equivocado sobre quién soy y lo que quiero?”.
Pero a la mañana siguiente, Liz se despertó con la certeza de que no quería cambiar de lugar con su conocido. En realidad, no anhelaba el día a día que conlleva ser gerente de gerentes –ella solo quería el prestigio y la validación social de anunciar un logro grande y emocionante. Pensar en el día a día ayudó a Liz a darse cuenta de que no necesitaba cambiar toda su carrera, sino que debía seguir en su camino actual y buscar más oportunidades para volverse más visible.
Aquí hay una lista de preguntas que pueden ayudarte a hacer mejores comparaciones:
- ¿Cómo sería el día a día?
- ¿Qué partes específicas de esa vida quiero?
- ¿Qué piezas específicas de esa vida no quiero?
- ¿Qué experiencia tiene esta persona?
- ¿Esta comparación se basa en alguna versión imaginada/mejor de mí mismo o en las expectativas que otras personas/sociedad tienen de mí?
- ¿Estoy dispuesto a renunciar a las cosas buenas de mi vida actual para tener eso?
-
COMPARA A TU VERSIÓN DEL PASADO CON TU VERSIÓN DEL PRESENTE.
Puede que no siempre estés exactamente donde quieres estar, pero lo más probable es que tampoco estés donde solías estar. Hacer una pausa para hacer un balance de tus logros, y las habilidades que has desarrollado como resultado, puede ayudarte a sentirte orgulloso de tu progreso y desenredarse de la envidia maliciosa.
Aunque Eliza, lectora de la comunidad online Liz And Mollie, siempre ha amado las montañas, evitaba correr o hacer caminatas porque su asma la dejaba en desventaja en comparación con sus compañeros. Cuando tenía poco más de 20 años, finalmente decidió intentarlo, incluso si eso significaba hacerlo a un ritmo más lento.
“Nunca podré caminar tan rápido como los demás”, nos dijo. “Siempre seré más lento debido a mi baja capacidad pulmonar. La única persona con la que puedo y debo compararme soy yo”. La persistencia y la nueva actitud de Eliza dieron sus frutos: justo antes de cumplir 30 años, completó una caminata de 5 días.
Una forma sencilla de hacer de este tipo de autocomparación un hábito es tomarse unos minutos al final de cada mes para reflexionar sobre estas indicaciones:
- ¿Qué he aprendido en las últimas semanas?
- ¿Qué fue difícil y cómo lo abordaría de manera diferente dado lo que sé ahora?
- ¿Qué progreso hice?
Sí, compararse con los demás es inevitable, pero al aplicar algunos de estos consejos, puedes aprender a usarlos en tu beneficio. Recuerda que solo ves la punta del iceberg, especialmente en las redes sociales: alguien cuya vida parece perfecta en Instagram puede estar lidiando con dificultades de las que no eres consciente. Una última buena regla general es equilibrar la comparación hacia arriba (mirar a las personas que tienen más que tú) con la comparación hacia abajo (mirar a los que están peor que tú).
Por Equipo Espacio Mutuo
Mutual de Seguridad