¿Demasiado bueno para ser verdad? así se manipula la ciencia para vender “bienestar”

por | Ago 14, 2023 | Actualidad, Nuevas Miradas

No puedes pasearte por un supermercado o una farmacia sin encontrarte con etiquetas que promueven supuestos beneficios para la salud. En el pasillo de las bebidas, puedes encontrar refrescos “prebióticos” que presuntamente favorecen la “salud intestinal”. En el departamento de belleza, verás sérum de “uso médico”, cremas faciales “probióticas” y tratamientos “desintoxicantes de la piel”. En la sección de suplementos, encontrarás promesas de “apoyo inmunitario”, “equilibrio hormonal” y “mejora de la energía”.

Esto no es nada nuevo – desde hace siglos, los comerciantes utilizan palabras de moda que suenan a ciencia para vender productos. Sin embargo, según Timothy Caulfield, catedrático de investigación en Derecho y Política Sanitaria de la Universidad de Alberta, en Canadá, cada vez es más frecuente. Caulfield acuñó el términoscienceploitation”, una mezcla de las palabras ciencia y explotación en inglés, para describir cómo las marcas toman prestado el lenguaje de áreas emergentes de la ciencia para comercializar productos cuyos beneficios no han sido demostrados.

CIENCIA INCIERTA

Según Caulfield, esta práctica está aflorando en más lugares que nunca, incluidos resultados de búsquedas en internet, las redes sociales y en boca de influencers. Con frecuencia, los consumidores se ven inundados de opciones confusas a medida que más empresas se posicionan como saludables. Según Sienna Piccioni, analista y responsable de belleza de WSGN, una empresa de previsión de tendencias, los consumidores están dando prioridad a las pruebas científicas. Pero a menudo no pueden separar la realidad de la ficción: un estudio de 2021 sugería que las personas que confían en la ciencia eran más propensas a compartir afirmaciones falsas que contenían referencias científicas que las que no las contenían.

En diciembre, la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos revisó sus directrices para productos relacionados con la salud, e hizo hincapié en que las empresas deben respaldar las promesas de salud “con ensayos clínicos humanos de alta calidad, aleatorizados y controlados”. Pero los expertos dijeron que era poco probable que la comisión pudiera vigilar de cerca cómo las empresas comercializaban sus productos, al menos que tuvieran un enorme aumento de su financiamiento. “Hay demasiadas marcas”, afirmó Kevin Klatt, investigador del Departamento de Ciencias de la Nutrición y Toxicología de la Universidad de California, en Berkeley. 

Por ahora, entonces, dependemos de nosotros mismos… pero podemos prepararnos. A continuación, te dejamos algunas tácticas de marketing que hay que tener en cuenta.

  • Ingredientes interminables. 

Las empresas muchas veces tratan de sacar provecho de las modas, como los adaptógenos y el carbón activado, que se pueden encontrar en las listas de ingredientes de paquetes de galletas y pastas de dientes. Hasta los componentes que se sabe que son eficaces pueden ser manipulados: por ejemplo, las marcas de productos de belleza y cuidado de la piel pueden utilizar un 0,2% de vitamina C en una crema hidratante, aunque las pruebas demuestran que la cantidad debería ser mayor para tener algún efecto, explica Michelle Wong, química cosmética que ayudó a popularizar el término “science washing”, que hace referencia a usar la ciencia de manera engañosa para comercializar productos.

Por eso no necesariamente resulta útil consultar una lista de ingredientes de aspecto científico. La mayoría no dice mucho sobre la calidad o cantidad de cada ingrediente ni sobre cómo interactúa con otros ni sobre su estabilidad, todo lo cual afecta la eficacia.

  • Términos vagos que “potencian”. 

Los fabricantes usan palabras sin definiciones claras ni específicas, como “promueve”, “apoya”, “estimula”, “potencia” y “optimiza” con la intención de sugerir resultados positivos para la salud. No hay una manera cuantificable de medir una palabra ambigua como esas.

Las empresas que venden suplementos, cuya eficacia no tienen que comprobar ante la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, muchas veces se valen de esos términos. Pero, con frecuencia, se deslindan de la responsabilidad con una pequeña advertencia en los frascos que dice que el producto “no está destinado a diagnosticar, tratar, curar o prevenir ninguna enfermedad”. Dan a entender que el producto funciona, pero en la misma etiqueta, mucho menos visible, aparece el hecho de que no hay pruebas de que funcione. 

  • Estudios cuestionables. 

Otras frases —como “clínicamente probado”, “sustentado por la investigación”, “recomendado por médicos” y “basado en evidencia”— aparecen en el pasillo de productos de belleza o cuidado personal y a menudo carecen del contexto necesario para ser verificadas. Es necesario preguntarse: ¿cuáles fueron los resultados de las pruebas? ¿Cuál fue la calidad de la investigación? ¿Quién la llevó a cabo? ¿El investigador o aval fue una autoridad legítima en ese campo?

Algunas marcas de productos para el bienestar llenan sus sitios web de enlaces a estudios, pero algunos son simples resúmenes de los datos sin ninguna mención del producto en cuestión. Otras empresas incluyen investigaciones no relacionadas con la promesa del producto, o se trata de estudios mal diseñados que presentan por conveniencia. A la hora de considerar un ingrediente o producto de moda, recuerda que “un estudio interesante” no significa mucho, dijo Caulfield. Antes de desembolsar dinero, hay que dar más credibilidad a las fuentes que incluyen un conjunto más amplio de pruebas sobre un tema, dice.

Y ten en mente que ningún ingrediente por sí solo puede cambiar tu salud de un día para otro. Si hubiera un producto que realmente lo curara todo, todas las organizaciones médicas se apresurarían a respaldarlo. Cualquier cosa que parezca demasiado buena para ser verdad, probablemente no lo sea. 

Por Equipo Espacio Mutuo

Mutual de Seguridad

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