Preguntar, escuchar, pensar: cinco formas de aprovechar la sabiduría de los demás

por | Ago 27, 2024 | Vivir Mejor

Saber escuchar y aprender de las perspectivas, emociones y conocimientos de otras personas es clave para nuestro crecimiento personal y profesional. A menudo, las personas con más éxito y educación son las que menos se abren a aprender lo que realmente necesitan. Esto se debe a que muchos de nosotros no toleramos bien la incertidumbre y nos cuesta aceptar que no lo sabemos todo.

Las personas a nuestro alrededor tienen información y puntos de vista que podrían ser muy valiosos para nosotros, tanto en lo personal como en lo laboral. Sin embargo, para aprovecharlos, es esencial que desarrollemos la capacidad de aceptar que no tenemos todas las respuestas. Aquí te compartimos cinco pasos que te pueden ayudar a aumentar tu autoconciencia, tomar mejores decisiones y profundizar tus relaciones al aprender de los demás.

  • ELIGE LA CURIOSIDAD 

La curiosidad es clave para descubrir lo que no sabemos. Con frecuencia, nos contamos historias sobre nuestra vida y las personas en ella, y estas historias pueden no ser del todo ciertas: un amigo que no responde tus mensajes podría estar ocupado, pero asumimos que está enojado con nosotros. Un colega que se atrasa en sus tareas podría estar enfrentando dificultades personales, pero pensamos simplemente que es irresponsable.

Tendemos a optar por la certeza en lugar de la curiosidad debido a una combinación de prejuicios psicológicos y condicionamientos culturales que nos hacen sentir más cómodos apegándonos a lo que (creemos) que ya sabemos. El problema es que olvidamos que la historia que nos contamos a nosotros mismos es sólo una entre muchas posibilidades, y nuestra historia puede ser muy diferente a la de otra persona. 

Para salir de este círculo de suposiciones, es fundamental que elijamos ser curiosos. Preguntarse si hay algo que no estamos viendo o entender los desafíos que enfrenta la otra persona nos ayuda a abrir la mente y aprender de las experiencias y conocimientos ajenos.

  • CREA UN AMBIENTE SEGURO

Para que los demás se sientan cómodos compartiendo sus pensamientos y sentimientos, deben sentir que no serán juzgados, criticados o castigados por hacerlo. Esto es especialmente importante cuando interactuamos con personas de diferentes edades, géneros o culturas.

Es nuestra responsabilidad crear un entorno donde los demás se sientan seguros al hablar. Si en el pasado hemos reaccionado negativamente, debemos esforzarnos aún más para demostrar que pueden confiar en nosotros. Comunicar que estamos dispuestos a escuchar sin juzgar y que no les responsabilizaremos por nuestras reacciones emocionales es clave para que se sientan seguros al abrirse.

  • HAZ PREGUNTAS DE CALIDAD

Una vez que hemos creado un ambiente seguro, es hora de hacer preguntas. Muchos de nosotros hacemos pocas preguntas, y cuando las hacemos, a menudo están motivadas por un deseo de convencer, probar un punto o culpar, en lugar de aprender.

Las preguntas de calidad reflejan una verdadera curiosidad y un deseo genuino de entender al otro. Estas preguntas deben ser claras, directas y sin agendas ocultas. 

Se pueden utilizar para una variedad de propósitos. Pueden ayudarte a identificar lo que realmente le importa a alguien (“¿Qué es lo más importante para ti en esta situación?”) o sacar a la luz la lógica detrás de sus creencias o acciones (“¿Puedes explicarme tu proceso de pensamiento?”). Puedes utilizar preguntas para conseguir la ayuda de alguien para resolver un problema (“Estoy estancado. ¿Puedes ayudarme a pensar en esto?”) o para encontrar lagunas en tu propio razonamiento (“¿Qué crees que me estoy perdiendo?”). Comprender su propio objetivo al hacer la pregunta es esencial para elegir la persona adecuada para el trabajo. Al hacer preguntas, por lo tanto, es esencial tener claro qué queremos aprender.

  • ESCUCHAR PARA APRENDER

La forma en que escuchamos determina cuánto aprendemos y cómo nos conectamos con los demás. Muchas veces creemos que estamos escuchando, pero en realidad solo estamos esperando nuestro turno para hablar o buscando puntos débiles en los argumentos de la otra persona: aunque el 96% de las personas se consideran buenos oyentes, las investigaciones revelan que escuchamos (y retenemos) sólo una pequeña parte de lo que la gente realmente nos dice.

Es crucial recordar que nuestro objetivo al escuchar es entender lo que la otra persona nos quiere comunicar. Para hacerlo, debemos prestar atención a 3 cosas: el contenido de sus palabras, las emociones subyacentes y lo que la persona está tratando de lograr con su mensaje. Solo al considerar estos aspectos podemos comprender completamente a la otra persona.

  • REFLEXIONA Y RECONECTA

Después de escuchar, es importante tomarse un tiempo para procesar lo que hemos escuchado y aprender de ello. Puede ser tentador comenzar a resolver problemas o disculparse de inmediato, pero es mejor hacer una pausa y reflexionar.

Preguntarse cómo lo que escuchamos cambia nuestra perspectiva, qué pasos podemos tomar y cómo desafía nuestras suposiciones profundas nos ayuda a aprender y crecer. Luego, es fundamental compartir lo que hemos aprendido con la persona que se abrió a nosotros. Esto refuerza la relación y demuestra que valoramos su honestidad.

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