¿Puede tu empresa realmente ayudarte a ser más saludable y feliz?
Lo leemos en todas partes y los expertos no se cansan de hacerlo notar: hoy, cada vez se espera más que las empresas asuman la responsabilidad de apoyar la estabilidad emocional de sus trabajadores. ¿Pero es eso lo que se necesita? ¿Sirve de algo realmente?
Cuando Eliza, de 31 años, fue a trabajar por primera vez en una gran firma de inversión estadounidense hace 6 años, era un lugar donde «no se hablaba de nuestros sentimientos en el trabajo», dice ella. “Es dinero, así que se trata de números, números, números. No había lugar para una cultura laboral compasiva. Eso es en lo que sentí que trabajé durante años”.
Si bien el trabajo tenía beneficios (acceso al gimnasio, almuerzos con servicio de catering, happy hours), «nunca pensé: ‘oh, realmente nos preocupa el bienestar de las vidas de estas personas'», dice. Pero hace 2 o 3 años, Eliza notó que las cosas empezaban a cambiar. “La empresa empezó a organizar talleres y clases sobre cómo cuidarse, mejorar la higiene del sueño y ese tipo de cosas. Estaban creando un foro para hablar de salud mental”.
Los desafíos de los años recientes han hecho que la salud mental en el trabajo sea una preocupación más apremiante que nunca. “La salud mental en el lugar de trabajo se encontraba en un punto de inflexión antes de la pandemia”, dice Kelly Greenwood, directora ejecutiva de Mind Share Partners. “Creo que debido a la pandemia y a la extrema necesidad de apoyar a las personas a través de sus dificultades, eso se ha acelerado”.
En teoría, el apoyo debería haberse recibido hace mucho tiempo. Pero no es tan sencillo como que los trabajadores reciban nuevos beneficios y luego encuentren fácilmente una mejor salud mental. A medida que estos programas se implementan en todas las empresas, la realidad es que es más complicado abordar el bienestar de los empleados, y que estos ajustes pueden ser simplemente la punta del iceberg para mantener a los empleados seguros, saludables y felices.
MOVER LA AGUJA
En los últimos años, y en todas las industrias, un número cada vez mayor de empresas ha comenzado a agregar recursos de atención de salud mental y bienestar a los paquetes de beneficios para la fuerza laboral.
Pero, si bien las empresas reconocen la necesidad y ofrecen cada vez más beneficios como acceso a aplicaciones de bienestar, sesiones de terapia de telesalud y programas de mindfulness, no hay garantía de que los trabajadores se beneficien.
En muchos lugares de trabajo, persiste una división más tradicional entre lo personal y lo profesional, y el estigma impide que muchas personas hablen sobre salud mental con sus colegas o jefes. «La gente todavía tiene miedo de no conseguir el trabajo o no ser ascendida si hablan del tema», dice Barbara Harvey, líder global de investigación sobre inclusión y diversidad en Accenture Research. Muchas personas, por ejemplo, se sienten incómodos participando auténticamente en talleres o seminarios con sus compañeros y superiores escuchando. La gente no quiere realmente abrirse ante sus colegas y, si lo hicieran, probablemente no lo harían en un taller de la compañía en que trabajan.
Simplemente, es posible que los empleados y empleadas no quieran optar por los programas de bienestar corporativo porque estos recursos no son del todo el tipo de ayuda adecuado. “¿Quiero clases de meditación? Sí. Pero, ¿mueven la aguja en las cosas que importan y que realmente cambiarán la forma en que se siente un empleado? No”, dice Eliza.
UN AJUSTE TOTAL
Harvey dice que lo que la gente realmente necesita son medidas que aborden las causas fundamentales de su necesidad de ayuda de salud mental en primer lugar. Según ella, es bien intencionado, pero no lo suficientemente bueno, que las empresas proporcionen recursos reactivos, diseñados para ayudar a alguien que ya está en apuros. “Si no se hace eso además de crear un entorno de trabajo de apoyo, entonces no se está resolviendo el problema, sólo se está tapando el sol con un dedo”, afirma. «Los 2 tienen que ir de la mano».
Esto significa instituir políticas proactivas como horarios y jornadas flexibles, así como invertir en la construcción de relaciones entre equipos y entre gerentes y empleados. Todo esto, además de la evaluación periódica de si existe un equilibrio entre la carga de trabajo y los recursos que tienen los trabajadores para completarla, contribuye a niveles significativamente más bajos de estrés, ansiedad y agotamiento.
“Tenemos días de salud mental, pero todo es reactivo, no proactivo. Cuando ofreces un día de salud mental porque ves que alguien está agotado, pero no aligeras su carga de trabajo, el estrés empeora”, dice Laura. “Es un comienzo noble, pero no es suficiente. Creo que fundamentalmente comenzaría con aligerar verdaderamente la carga de trabajo”.
CUANDO EL TRABAJO HACE BIEN
En última instancia, aunque algunos trabajadores están agradecidos por el apoyo corporativo extra con beneficios de bienestar, muchos expertos y trabajadores sienten que es necesario un paso adicional: el cambio estructural. Entonces, lo que realmente puede tener el mayor impacto es construir culturas laborales que no sólo “no sean malas” para la salud mental, sino que promuevan y contribuyan activamente al bienestar.
“En los lugares de trabajo que brindaban mayor apoyo”, dice Harvey acerca de su investigación, “las personas tenían 4 veces más probabilidades de decir: ‘el trabajo es bueno para mi salud mental’. Gran parte de lo que ofrece el trabajo es bueno para nuestro estado mental: nos da una sensación de propósito, camaradería, conexión, la sensación de que estamos logrando algo. Si puedes manejar el estrés y te dan los recursos que necesitas, obtendrás estos espacios que en realidad son muy buenos para ti”.
Eliza está de acuerdo en que los recursos son buenos, pero el cambio es realmente la respuesta. “Todo lo que tienes que hacer es preguntar a tus empleados qué necesitan. Y dirán: ‘Necesito trabajar menos horas’. Necesito recibir una compensación suficiente para pagar el cuidado de los niños y los alimentos y satisfacer mis necesidades. Necesito más recursos en el trabajo para hacer mi trabajo. Necesito sentirme seguro cuando necesito tiempo libre. No tengo que tener miedo de quedarme atrás o atrasarme’”.
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