¿25 minutos de trabajo, 5 minutos de descanso? Cómo saber si caíste en el culto de la productividad

por | Jun 13, 2022 | Vivir Mejor

“Vivo en mi calendario de Google. Agendo literalmente hasta mis horas de sueño porque el tiempo es un recurso finito”, dice Amy Landino, influencer planner y maga del tiempo. 

Su canal de YouTube cuenta con más de 400.000 seguidores que quieren aprender a sacar el máximo rendimiento a las 24 horas que se nos concede cada día, a través de organización y del dominio total de herramientas y apps para optimizar y llenar cada caja del calendario de Google. Una especie de mapa del tesoro salpicado por varias alarmas y que debe conducirlos al nuevo Nirvana: la productividad. 

Amy saca un temporizador de cocina y marca los tiempos: 25 minutos de trabajo y concentración plena, luego 5 minutos de descanso. Repetir 4 veces.

LA MODA DE LA PRODUCTIVIDAD

Nadie sabe precisar cuándo la productividad comenzó a tener una dimensión casi espiritual. Era febrero de 2019 cuando Erin Griffith escribía en The New York Times: “Estamos hambrientos de significado, a medida que ha ido cayendo la religión organizada, y especialmente entre los millenials y la generación Z se ha ido sustituyendo por la épica del trabajo”. El artículo en cuestión se llamaba ‘La desgracia de los millenials que #AmanSuTrabajo’. 

Una pandemia después, hemos llegado a 2022 con la productividad convertida en una cualidad aspiracional, idealizada y romantizada en las redes sociales, un trofeo que requiere disciplina, inspiración, rituales y líderes.

Oksana Yakymchuk tiene 25 años y se hace llamar Mrs. Excell en TikTok y lo sabe todo de Excel. “Soy autodidacta y aprendí a optimizar mis plantillas al 500%. Estoy enamorada del Excel y no hay nada que disfrute más que ver la cara que pone la gente cuando le descubro sus atajos”, cuenta. Dice que siempre le ha gustado ahorrar tiempo. “La productividad la llevo en las venas, siempre he sido muy matemática y cuadriculada”, reconoce. 

Su cuenta monotemática de TikTok la siguen 708.000 personas y es parte de ese micromundo que se engloba en el hashtag #ProductivityTok. Allí los más adorables son los studyblrs, mezcla de las palabras study y Tumblr. En su ingenuidad han conseguido idealizar la productividad y el agotamiento, prestan tanta atención a coordinar los colores de sus calendarios y notas como a cumplir a rajatabla con las actividades programadas.

Tutoriales, infografías de autoayuda, frases motivacionales inspiran a impresionables adolescentes que compiten por alcanzar sus límites de agotamiento. Algunos observadores del fenómeno vaticinan que de aquí saldrá la próxima generación de workaholics (adictos al trabajo). “Es la gamificación del trabajo donde la presión de la producción es estimulante sólo porque es tangible y rastreable”, opina Lee Humphreys, jefa del Departamento de Comunicación de la Universidad de Cornell, Estados Unidos.

EL “LOOK” PRODUCTIVO

Humphreys cree que se trata más de parecer que de ser realmente productivos

La profesora de Cornell cita vía e-mail un concepto acuñado en 1948 por el sociólogo Paul Lazarsfeld, la disfunción narcotizante, que describe cómo los medios nos crean una falsa sensación de acción. “Cuando la gente sabe o lee mucho sobre algo, o simplemente observa a otros trabajar intensamente, suele pensar que, sólo por mirar, ya está implicado de la misma manera en esa actividad”. Según la profesora, consumir contenido de superación profesional en las redes sociales confunde a la audiencia haciéndole creer que está aprendiendo activamente a cocinar, a estudiar o a administrar su tiempo.

La ilusión de control que dan los calendarios repletos es un antídoto contra la incertidumbre que ha marcado a una generación recién salida de una pandemia y que, por si fuera poco, acaba de sorprenderse con una guerra. Su consuelo contra el caos es permanecer ocupada y sumergirse en la llamada cultura del ajetreo, de la glorificación de estar (o parecer) ocupado. 

“La cultura del ajetreo debe ser entendida como la respuesta de los más jóvenes a la precariedad económica. Probablemente muchos de esos vídeos y tablas hiper-estructuradas se alimenten de sus miedos existenciales”, señala Humphreys. En la cultura del ajetreo todo es una inspiración para seguir trabajando, incluso el autocuidado, el ocio o el deporte, que son vistos como herramientas para resetearse y ser más productivos.

EL TRABAJO INVISIBLE

Tracy Brower, socióloga y autora del libro The Secrets to Happiness at Work (2021), afirma que la obsesión por la productividad suele estrechar nuestra visión, y el efecto puede ser muy desmotivador. “La hiper-concentración añade presión y es extremadamente paralizante”, dice. 

Además, no deja espacio a las casualidades, a la serendipia o a la creatividad, todo lo que la experta en creatividad Natalie Nixon denomina “el trabajo invisible”. Precisamente la parte del proceso que no se puede medir, y que no emerge en las reuniones ni en una llamada de Zoom. Incluye observar, escuchar, intuir, perder tiempo, pensar, hacerse preguntas fuera de contexto y enmarcar una y otra vez la realidad. Para ella es el único trabajo humano que sobrevivirá en la cuarta revolución industrial. Y es más que probable que tampoco pueda agendarse en el calendario de Google.

 

Por Equipo Espacio Mutuo

Mutual de Seguridad

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