Cinco maneras para apoyar a alguien con depresión
Si nunca has sufrido depresión clínica, es difícil entender de qué se trata. Muchos, aunque con buenas intenciones, dicen cosas como «piensa positivo» o “haz deporte». Otros piensan que las personas depresivas buscan llamar la atención o que son flojas. Sin embargo, el trastorno depresivo es una afección psicológica grave que requiere apoyo profesional y del entorno.
ENTENDER LA DEPRESIÓN CLÍNICA TAL CUAL ES
La depresión es el segundo problema de salud mental más común (luego de la ansiedad) y afecta a casi todos; o bien la padecen ellos mismos o son testigos de cómo un ser querido lucha contra ella.
Es natural tener altos y bajos, pero la depresión clínica es otra cosa; la tristeza se apodera de ti durante al menos dos semanas y puede seguir meses o incluso años.
La depresión dificulta la realización de las tareas más cotidianas. No basta con “ver una película divertida” o “distraerse con amigos” para salir de ese estado; afecta a tu cuerpo y a tu mente. Se pierde la capacidad de sentir placer por las cosas y actividades que antes gustaban. Es un estado de tristeza permanente, y, a medida que empeora, “se puede incluso dejar de sentir algo”, según la sicóloga Richard W. Sears en su artículo Greater Good Magazine, quien agrega: “el abanico de emociones se estrecha”.
Sufrir de insomnio pese al agotamiento o dormir durante 14 horas al día y seguir cansados, son cosas que también trae la depresión, pues daña el ciclo natural del sueño y termina por afectar la capacidad de concentración y la memoria.
GRADOS DE DEPRESIÓN
Por supuesto, hay distintos grados de depresión. En los casos leves, puede que la persona sea aún funcional pero que se sienta decaída la mayor parte del tiempo y no pueda disfrutar con la vida.
Cuando la depresión es grave, literalmente cambia el cerebro y la percepción, lo que el psiquiatra Aaron Beck denominó la «tríada cognitiva»: desarrollas una visión negativa de ti mismo («No valgo nada»), una visión negativa del mundo («No le importo a nadie») y una visión negativa del futuro («Las cosas sólo irán a peor»). Este último puede ser un importante indicador. Si la persona puede hablar sobre los planes de vida -los lugares a los que quiere ir, la gente que quiere ver y cosas que quiere hacer dentro de cinco o diez años-, probablemente no esté demasiado deprimida. En cambio, si le cuesta imaginarse el mañana, o incluso dentro de cinco minutos, probablemente sea algo grave. Y es en ese momento en que el suicidio empieza a ser una opción a tener en cuenta.
CINCO CONSEJOS PARA SABER CÓMO AYUDAR
Los sentimientos de tristeza, las percepciones negativas, el agotamiento y el abandono de las actividades conducen a una espiral descendente y las personas que bajan por él necesitan apoyo.
Reconocer que se está sufriendo de este trastorno es crucial y hacerlo a tiempo puede cambiar vidas. Estas son algunas recomendaciones para ayudar a un amigo o familiar con este desafío:
- Anímale para que busque ayuda profesional. Las personas con depresión muchas veces no saben que no tienen por qué sentirse así y se les hace difícil buscar atención médica. Hacerlo puede acercarlos a una terapia adecuada, que trate el trastorno y determine su origen, el cual no siempre se ancla en problemas netamente sicológicos, sino que a veces puede relacionarse con factores subyacentes como hipotiroidismo, apnea del sueño, deficiencia de vitamina D o efectos secundarios de la medicación.
- Ayúdale a moverse. Literalmente. En esta lucha la medicación no es suficiente, es necesario complementarla con “activación conductual”, que significa ponerse en marcha tanto física (hacer ejercicio o simplemente salir de casa) como metafóricamente (avanzar hacia algo que valoras). Se trata de moverse, aunque no le encuentre sentido, porque con depresión, nada lo tiene. Tiene que decidir hacerlo de todos modos, y saber que puede que no se sienta mejor después de eso, pues los sentimientos a veces tardan en recuperarse.
- Ofrécele validación. Si intentas decirle que vean el lado bueno de las cosas, es probable que su cerebro le responda con más pensamientos negativos. Lo mejor es aceptarlo y seguir dándole ánimos. He aquí algunos ejemplos:
Si dice: «No quiero ir al médico. No servirá de nada«, puedes responderle: «Sé que tu cerebro te dice que no servirá de nada, pero las cosas no mejoran. Tienes que hacer algo diferente, porque lo que estás haciendo no funciona«.
Si te dice: «No valgo nada«, puedes decirles: «Sé que es así como te sientes ahora mismo, pero es la depresión la que habla. Te quiero y estoy aquí para ti«.
Por supuesto, los pensamientos suicidas son los más difíciles de escuchar de alguien a quien quieres. Si es fuese el caso, algo como esto podría ser útil:
“Entiendo que te sientas mal y que en tu mente las cosas no tengan salida. Me imagino que dejar sentir es lo que quieres, pero el verdadero problema es que estás deprimido(a) y la depresión secuestra tu mente para que solo pienses que todo está y estará mal. Si puedes aguantar un poco y posponer esa solución que crees que es el suicidio, hay tratamientos probados que te pueden sacar de esto. Yo te voy a ayudar a encontrar a alguien con quien hablar”.
En caso de emergencia, puedes llevarlo a urgencias o llamar al 4141 (fono de prevención del suicidio del Ministerio de Salud).
- Foméntale la vida social. Dado que un gran parte de la depresión es perderse en los pensamientos negativos, rodearse de otros ayuda a reenfocar la mente en cosas más importantes y puede recordar a la persona que es mucho más que su depresión.
Además, aunque es útil escuchar sus problemas, no tengas miedo de hablar de otras cosas. Uno de los objetivos es despertar otras partes del cerebro para que su única identidad no sea la de «persona deprimida».
- Cuídate a ti mismo(a). Tú puedes proporcionar apoyo, pero la depresión clínica es un trastorno grave que requiere ayuda profesional. Puede ser muy difícil ver sufrir a alguien que quieres, pero si no te cuidas, puedes empezar a agobiarte tú y eso no será de ayuda.
Por Equipo Espacio Mutuo
Mutual de Seguridad